Muy buen recobro de los atractivos espacios expositivos de la Fundación Cultural de Providencia significa la presencia ahí de los cuadros de Elda Villena. Ellos evocan, pictóricamente, aquel centro privado de cultura que fue la casa, jardines y parque de Lo Arrieta. Escritores, músicos y pintores nacionales destacados estuvieron vinculados con la culta familia propietaria. Villena convierte lugar y personajes en una remembranza creativa plena de personal romanticismo. Su convincente factura se fundamenta en la fotografía para retratarlos. Pero los envuelve dentro del entorno que su fantasía memoriosa le sugiere. Por momentos ingresan al lienzo, con entera fluidez plástica, porciones de manuscritos o de partituras musicales o, también, visiones simultáneas de ese lugar del suroriente capitalino.
Si las telas con los animadores de nuestra historia pública -Egaña, Camilo Henríquez- muestran cierta rigidez, apenas comienzan a aparecer los familiares o las celebridades intelectuales, el lienzo emprende vuelo. Por su parte, algunas pinturas resultan de una particular hermosura, comenzando con "Paisaje uno", del que emana un lirismo notable. Enseguida tenemos "Evocación 5 Mercedes Calvo" y la doble imagen de Magdalena Petit en un entorno subyugante. Tampoco faltan citas muy adecuadas a Matilde Pérez y a Henriette Petit. Completa la exhibición un antiguo registro fotográfico de los Arrieta Cañas, por desgracia sin identificar.
Dos veinteañeras interesantes nos propone Galería Madhaus, de calle Vasco de Gama. Para ambas pintoras son las manchas de pigmento el punto de partida. De ese modo, María José Benvenuto opone, un poco como reducción al absurdo, diminutas figuritas de plástico a los amplios manchados abstractos de color y a los dorados sobre papel. Dentro de una finura formal y de un buen logrado equilibrio, estos últimos no consiguen apocar la verosimilitud cotidiana de las figurillas. Confrontación semejante nos hace recordar a Liliana Porter, la transandina famosa. Josefa Cordua, entretanto, aparece más realista en sus paisajes. Mediante nada más que óleo y acrílico sobre tela pintura, convierte la mancha en integrante subordinado de sus escenas. Entre estas destacan ciertas imágenes. Por ejemplo, el avión en la afilada y brumosa Cordillera del Paine y su vigor visual, la casa en la selva con el feliz chorreo a su alrededor, los vitales niños dentro del bote.
El Museo Nacional de Bellas Artes ofrece cinco artistas, que hacen de los desplazamientos sobre nuestra tierra sus respectivos y muy diferentes argumentos. Se trata, entonces, de intervenciones del terreno o land art . Dos de ellos operan de una contundente manera directa. Desconocido hasta ahora para nosotros, José Délano muestra un lindo y simbólico arco de triunfo clásico de dimensión considerable, construido con fardos de paja auténtica. Videos con color ilustran las etapas previas desde el trigal en La Araucanía hasta el enfarde de los restos secos y la realización del levemente irónico monumento extranjero. Ante todo escultor se muestra esta vez Patrick Steeger. Su bello trabajo en rojo y blanco se encuentra enfocado, con originalidad auténtica, no a observar su masa, superficies y espacios, sino a mirar hacia afuera como intermediario, como a través de ventanas que permiten contemplar paisajes diferentes del entorno costero. Registrada la gran escultura en video, se agregan los esbozos -dibujos y volúmenes- hasta llegar a la obra definitiva.
Una poesía vigorosa, dramática emana de la performance monumental que nos propone, de modo menos directo, nuestra autora internacional Cecilia Vicuña. Establece ella una ruta imaginaria, a partir del elevado, del sagrado sitio andino, donde fue hallado el cuerpo congelado del Niño de El Plomo con hilos rojos en sus manos. Sin embargo, el verdadero personaje de esta obra es una interminable franja de lana colorada, símbolo acaso del sangrar interminable desde la infantil ofrenda al sol hasta su posterior disolución en la desembocadura marina del río. La filmación del recorrido emprendido por la artista y de la figura del Niño en el museo, junto a cordones textiles, constituyen la presente instalación.
En cuanto a una esforzada caminata altiplánica -Parinacota- de Hamisch Fulton, su registro integra abundante documentación sobre los lugares visitados: mapas, diagramas, fotografías, gráficos, metros de madera, distribuidos dentro de la amplitud espacial de sala central, en el ala sur del Bellas Artes. Cristián Velasco, por su parte, expone un muy largo video sobre su actuación ecologista en bosque y playa de Tunquén. Frente a los trabajos antes mencionados, la contribución, que incluye colaboración, de Catalina Correa resulta pobre, si bien se luce su mural con vellones de lana de coloraciones naturales.
EVOCACIONES DEL PARQUE ARRIETA
En manos de Elda Villena, hermoso rescate pictórico de personajes y lugares de otrora
Lugar: Fundación Cultural de Providencia
Fecha: hasta el 29 de julio
PRESENCIA ACTIVA
Dos promisorias pintoras veinteañeras
Lugar: Madhaus
Fecha: hasta el 22 de julio
MOVIMIENTOS DE TIERRA
Cinco artistas abordan las más diversas intervenciones territoriales
Lugar: Museo Nacional de Bellas Artes
Fecha: hasta el 3 de septiembre