El martes, en el GAM, se presentó el Grupo de Percusión UC, integrado por Joaquín López, Magdalena Pacheco, Sebastián Cantillana, Felipe Álvarez, Pedro Fernández, Antonio Parraguez, Danilo Ravanal, José Vinot y Pablo Espinoza, actuando Carlos Vera Pinto en la dirección.
En la primera década del siglo XX se comenzó a afianzar la autonomía de los instrumentos de percusión que habían tenido solo una participación de refuerzo rítmico, colorístico o descriptivo como parte de una orquesta sinfónica. La búsqueda empecinada del "New Sound" en la música moderna otorgó carta de ciudadanía a la percusión, abriéndonos a un mundo sonoro inédito, pleno de ricas posibilidades, dando paso a un conjunto creciente de obras escritas especialmente para ensambles "no tradicionales". Algunas composiciones se han constituido en referentes y el programa del concierto así lo refleja: "Estrenos del siglo XXI y clásicos del siglo XX", con tres primeras audiciones en Chile.
El programa abrió con "Vespertine formations", para cuarteto de marimbas, de Christopher Deane (1957), obra inspirada en la observación de las evoluciones de grandes bandadas de pájaros: "La fantástica coreografía y la cronología natural de las maniobras guiaron la estructura y forma de esta pieza" (notas al programa). En perfecta sincronía, los intérpretes subyugaron a la audiencia con los juegos circulares envolventes y de dirección cambiante.
A partir de ahí desfilaron propuestas diferentes, cada una con idiosincrasias bien definidas. En la obra "Off Axis", de Lynn Glassock (1946), para marimba solista y percusiones varias, descolló el excelente marimbista Joaquín López, dueño de una técnica prodigiosa. Regocijante fue la interpretación de "Living Room Music" (1940), de John Cage, un fascinante juego donde los intérpretes ejecutan los ritmos prescritos, percutiendo cualquier elemento hogareño que se tenga a mano o se transforman en un cuarteto de "hablantes" que "dialogan" con elementos de un poema de Gertrude Stein. En "The Blues Thing", de Libor Sima (1967), surgieron atrapantes y flexibles síncopas y swing jazzísticos, y en "Fratres", de Arvo Pärt, el concierto se transformó en un hierático ritual, casi metafísico.
El concierto culminó con "Angels of the Apocalypse", de David Gillingham (1947). La obra es fiel a su nombre. Tremendista, de gran impacto, aunque algo obvia. Aquí el conjunto actuó en pleno, dirigido por Carlos Vera Pinto, quien merece una mención especial. Está cumpliendo 40 años arriba de los escenarios y su encomiable labor ha abarcado la música "docta", la música popular y el jazz, además de su fructífero desempeño como formador de jóvenes percusionistas. ¡Felicitaciones!