En sus raíces remotas, Duchamp y cualquier objeto elegido por el artista como obra artística; ingenio e ironía dadá; después Fluxus, pero sobre todo Beuys con el concepto y la palabra como esencia creadora; también Warhol, con el confiar a otras manos la materialización de su obra. Y todo esto, más la voluntad de disgregar el arte dentro de la vida ordinaria y el desvelo por el porvenir de la raza humana. Todo eso representa Yoko Ono. Podemos apreciarlo bien, a través de la retrospectiva que nos está entregando CorpArtes. Desfilan registros filmados de acciones de arte, instalaciones, fotografía, objetos, documentos, sonidos, textos vueltos poemas de especial libertad formal. Pero, especialmente, la conversión en performer del visitante hasta un límite desconocido hasta ahora. Se comprende que la exhibición desconcierte, asombre a la mayoría del público asistente, aunque ante todo al público joven encante.
En general puede decirse que se trata de un conjunto de trabajos, donde prima lo efímero y donde no poco de lo mostrado tiende a escaparse del ámbito exclusivo de la propia artista. Asimismo, ella encarna en sus trabajos la manifestación de ciertas inquietudes que dominan a hombres y mujeres de nuestra época: urgente conservación de la naturaleza, pacifismo y anti violencia, libertad sin límites, reivindicación feminista, anti consumismo. Además, gran número de las obras expuestas son retomadas incluso décadas más tarde. Valga anotar las obras que nos parecen de mayor representatividad.
Parte la exhibición con el filme en blanco y negro de 1955 -transferido a DVD-, perteneciente a la capital serie llamada por Yoko Ono Instrucciones o, asimismo, Pinturas. Consiste en proponer al espectador la repetición de los momentos en que la japonesa enciende un fósforo y, simplemente, espera que se consuma. En la misma sala vemos otra realización de tipo similar: "Parpadeo" (1966). Aquí nos ofrece su par de ojos que miran de frente y que, por instantes, dan justificación al título. Sin embargo, dos películas en colores resultan más complejas. Una de 1969 y de más largo desarrollo deja ver la persecución, por la cámara, de una joven elegida en la calle al azar. El recorrido seguido hasta pasa por un cementerio y concluye lentamente con la cohibida protagonista que termina tapándose el rostro. Por el contrario, en "Libertad" (1970), el más adecuado un minuto de duración muestra a una mujer en proceso de abrirse el sostén. La acción concluye en el instante preciso. Si bien carente de color y con alguna mayor exigencia de tiempo, parecida temática posee el documento fílmico de la performance "Pieza corte" (1964). Ahí la publicitada artista sufre la destrucción progresiva de su ropaje superior, ejecutado con tijera por el público asistente. Del mismo modo, a esta performance se le pone término en el momento más justo.
Respecto a las instalaciones concurrentes, y en las que se ofrece al visitante la ocasión de participación creativa, tenemos "Imagina la paz" (2003). Comprende un conglomerado mural de mapas del mundo, los cuales deben completarse timbrando sobre ellos la frase del título. No obstante, muchísimo más comprometido resulta la contribución exigida por "Pieza reparación" (1966 y reeditada en 2016). Consiste en que el público puede pegar con cuerdas o papel engomado un conjunto numeroso de pedazos de loza muy quebrada. Los resultados mejores de la ardua empresa se exhiben en el mismo lugar, no faltando alguna reconstrucción interesante. Menos atractivas nos parecen, en cambio, las contribuciones ajenas que recogen otras dos realizaciones. Así una, gráfica, propone saturar la superficie extensa y negra de un pizarrón con la tiza blanca en un escrito espontáneo. Considerablemente menos interesantes surgen los resultados confusos de la segunda, una gran tela que ha recibido las pinceladas con color de voluntarios numerosos.
Por su parte, "Resurgiendo" (2013) intensifica su proclama feminista, recolectando testimonios escritos de mujeres víctimas de agresiones. Esos documentos y las imágenes de los ojos respectivos de cada una se disponen ordenadamente, cual muro de protesta. Entretanto, vinculado del todo al body art o arte corporal emerge el filme de 1970, "Mosca". Esta vez el desagradable insecto recorre desde las orejas hasta las extremidades inferiores del cuerpo de una mujer tendida y permanentemente quieta.
Por último, en la propuesta "Evento agua" (1971-2016), la octogenaria expositora cuenta con la participación de catorce autores internacionales que abordan el problema de la escasez acuática. Bástenos destacar un solo nombre, Tania Bruguera. Utiliza ella una modelo viva. Ante nuestro estupor, al dirigirle la palabra nos responde mostrando su lengua. Es que allí lleva escrita la frase siguiente: "Mi revolución no es su revolución"; y esto en boca de una cubana.
Dream come true
Retrospectiva de la ingeniosa y nada de habitual artista japonesa Yoko Ono
Lugar: salas de exhibición de CorpArtes
Fecha: hasta el 22 de octubre