El triunfo de Sebastián Piñera y Chile Vamos en las primarias del
domingo fue la primera estación en la ruta para poner otra vez a nuestro
país en marcha y recuperar a Chile para su gente de trabajo.
La
segunda estación será la elección presidencial y parlamentaria del 19 de
noviembre. Para tener éxito nuevamente, hay que analizar los elementos
presentes en el triunfo en las primarias.
La victoria se basó en
una masiva movilización de gente a votar. La mayoría silenciosa le ganó a
la minoría vociferante de la calle, y lo hizo para impedir que las
insensatas propuestas de la izquierda prolonguen los nefastos cuatro
años del Gobierno de Michelle Bachelet. Piñera lo dijo bien: la Nueva
Mayoría es más de lo mismo, el Frente Amplio es peor de lo mismo. En
definitiva, el proyecto que ganó en las primarias es el de la
rectificación de lo hecho estos cuatro años y perdieron quienes quieren
insistir en ese camino.
El desafío para noviembre es volver a
movilizar a la gente, incluyendo a los votantes de Felipe Kast y Manuel
José Ossandón. Respecto de Kast, lo más importante es incluir a Evópoli
en un razonable pacto parlamentario. Contrariamente a lo que algunos han
dicho, su desempeño electoral fue notable. Hay pocos casos en la
historia política chilena en que un partido nuevo logra ese caudal de
votos en una elección. Evópoli contribuye a ampliar el registro de la
centroderecha chilena, incorporando una mirada más liberal, que no
necesariamente debe agradar a todos, pero que tiene que tener cabida en
el siglo veintiuno, en una coalición que pretende gobernar. La segunda
estación, recordemos, incluye la elección parlamentaria. Es fundamental
para Chile Vamos afrontarla con una sola lista por su impacto en la
composición del Congreso. Será fundamental a la hora de evaluar el éxito
de un próximo gobierno de Sebastián Piñera su capacidad de dejar un
legado que permita a la centroderecha volver a ganar las elecciones.
En
relación con el senador, es importante leer bien las aspiraciones que
hay en la gran cantidad de personas que votaron por él. Convengamos que
Chile no puede escapar completamente de un fenómeno que se ha dado en
diversos países y que ha llevado a propuestas más o menos populistas en
la derecha en el mundo, que interpretan muchas veces el sentir del
hombre común. Manuel José Ossandón no debiera quedar disconforme si la
candidatura de Piñera incorpora las inquietudes de sus electores. Y
entre esos votantes está la aspiración de que su calidad de vida mejore,
cualquiera sea el barrio en que vivan; que las políticas públicas les
permitan acceder a beneficios sociales, todo lo cual caracterizó la
gestión municipal de Ossandón. En eso debe trabajar el equipo de Piñera,
en visibilizar, para esos votantes, medidas y políticas que mejoren el
entorno de sus barrios, un acceso más equitativo a áreas verdes y
espacios públicos de mayor calidad.
Hay, por otra parte, un par de
mega problemas por resolver, para mejorar significativamente la calidad
de vida de las personas en las comunas en que el senador sacó una alta
votación: el transporte público y la delincuencia. Buenas soluciones a
esos problemas debieran atraer a estos votantes. Adicionalmente, debe
darse especial relevancia a la propuesta "clase media tranquila" de
Piñera, que se hace cargo de las inseguridades en materia de salud,
educación y pensiones del grupo mayoritario de la población chilena.
Como
siempre ocurre en una elección presidencial tras una primaria, el
ganador necesita atraer a los votantes de quienes perdieron las
primarias. Debe hablarle a un electorado amplio, de manera que no es
conveniente que extreme sus posiciones.
Esto no significa que no
deba criticar con fuerza al Gobierno. La debacle de la izquierda en las
primarias se debe en buena parte al descontento generalizado con el
Gobierno de Bachelet. Las reformas socialistas son repudiadas por cerca
del 70% de la población, de manera que enfrentar con determinación las
ideas de la izquierda y diferenciarse muy claramente, es un camino hacia
la victoria.