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Lunes 03 de julio de 2017
En la brillante "Beben", la entrega luce fría e inocua
"En su texto no menos que brillante, Calderón resignifica a Von Kleist imaginando que esta historia la cuentan con absurdos fines terapéuticos los voluntarios de una ONG alemana en un pueblo de la costa sureña, devastado por el terremoto y tsunami de 2010, a unos traumatizados niños lugareños...".
Escrita por encargo del Schauspielhaus de Düsseldorf, "Beben" fue estrenada en 2012 por ese prestigioso conjunto alemán, cuyo director de entonces, el sueco Staffan Valdemar Holm, había sugerido a su autor, Guillermo Calderón, que un buen punto de partida podría ser "El terremoto de Chile", cuento de Heinrich von Kleist inspirado en el gran sismo que casi destruyó a Santiago en 1647. Por eso se llama así (Beben en alemán significa terremoto). Otro factor clave: por primera vez Calderón -siempre con control total de texto y puesta en sus obras- entregó su montaje a otro director para su tardío debut, aquí a Antonia Mendía.
Calderón, de actuales 46 años, es el dramaturgo y director con la trayectoria internacional más importante en la historia del teatro chileno; Holm nos conoce, porque en 1998 dirigió para el Teatro Nacional un montaje memorable de "Jugar con fuego", de Strindberg, y dicho cuento que data de 1807 es una auténtica rareza literaria. El narrador, poeta y dramaturgo prusiano Von Kleist, que se suicidó a los 34, lo escribió sin haber pisado jamás estas tierras. Al morir no había obtenido ningún reconocimiento por su trabajo y, tras su 'redescubrimiento' un siglo después, hoy es valorado como talento mayor del influyente movimiento romántico germano (algunos lo ubican a la par de Goethe o Schiller).
Von Kleist cuenta allí la exaltada historia, guiada por el azar y el caos más apocalíptico, de un amor trágico y maldito entre amantes de diferentes clases sociales; tan desbocada que culmina con linchamientos femeninos a mazazos, en tanto un recién nacido es asesinado estrellándolo contra un pilar. Al autor no le interesa el sismo como catástrofe natural, sino como una supuesta señal divina, y al fin y al cabo retrata a Chile como una nación represiva y sanguinaria.
En su texto no menos que brillante, Calderón resignifica a Von Kleist imaginando que esta historia la cuentan con absurdos fines terapéuticos los voluntarios de una ONG alemana en un pueblo de la costa sureña, devastado por el terremoto y tsunami de 2010, a unos traumatizados niños lugareños. Aquí la versión escénica refresca el ataque del cuento original a la moral de la Iglesia Católica y la reflexión acerca del sentido asignado a Dios en un desastre semejante. En un laberinto de contradicciones y paradojas, socava también nuestra percepción aludiendo la mirada ajena y paternalista de Europa hacia el Tercer Mundo; al asistencialismo que se suele teñir de intereses privados, y sobre todo a la facilidad con que las situaciones límite vuelven salvajes a las masas. Al final habla del suicidio por saturación de la desesperanza y desconsuelo extremos, en referencia a Von Kleist.
Debería resultar en escena tremendamente atrapante y poderoso, pero la propuesta tiene la enorme desventaja de que Mendía dirige por primera vez. Ella arma el montaje a la manera desdramatizada propia de Calderón, y termina por exponer el material en un ritmo rápido en que todo suena igual, parejo en intencionalidad. La urgencia y planicie expresiva no solo no ayuda a despejar los signos del texto, que parece dicho, no actuado, sino que diluye su ferocidad y virulento sarcasmo crítico. Otro hándicap, esta vez técnico, es que aunque los cuatro ejecutantes llevan micrófonos, en ocasiones no se entiende lo que dicen.
Hacemos votos porque, ojalá, "El terremoto de Chile" sea revisitada en el futuro próximo por un director experimentado; si no es mucho pedir, el propio autor, cuando este cumpla sus compromisos foráneos y deje de abocarse a su otra faceta, la de guionista de cine.
Teatro Duoc-UC. Bellavista 0503, Providencia. Jueves a sábado a las 20:30 horas. Domingo a las 20:00 horas. $3.000 y $6.000. Teléfono: 232645149.
Calderón, de actuales 46 años, es el dramaturgo y director con la trayectoria internacional más importante en la historia del teatro chileno; Holm nos conoce, porque en 1998 dirigió para el Teatro Nacional un montaje memorable de "Jugar con fuego", de Strindberg, y dicho cuento que data de 1807 es una auténtica rareza literaria. El narrador, poeta y dramaturgo prusiano Von Kleist, que se suicidó a los 34, lo escribió sin haber pisado jamás estas tierras. Al morir no había obtenido ningún reconocimiento por su trabajo y, tras su 'redescubrimiento' un siglo después, hoy es valorado como talento mayor del influyente movimiento romántico germano (algunos lo ubican a la par de Goethe o Schiller).
Von Kleist cuenta allí la exaltada historia, guiada por el azar y el caos más apocalíptico, de un amor trágico y maldito entre amantes de diferentes clases sociales; tan desbocada que culmina con linchamientos femeninos a mazazos, en tanto un recién nacido es asesinado estrellándolo contra un pilar. Al autor no le interesa el sismo como catástrofe natural, sino como una supuesta señal divina, y al fin y al cabo retrata a Chile como una nación represiva y sanguinaria.
En su texto no menos que brillante, Calderón resignifica a Von Kleist imaginando que esta historia la cuentan con absurdos fines terapéuticos los voluntarios de una ONG alemana en un pueblo de la costa sureña, devastado por el terremoto y tsunami de 2010, a unos traumatizados niños lugareños. Aquí la versión escénica refresca el ataque del cuento original a la moral de la Iglesia Católica y la reflexión acerca del sentido asignado a Dios en un desastre semejante. En un laberinto de contradicciones y paradojas, socava también nuestra percepción aludiendo la mirada ajena y paternalista de Europa hacia el Tercer Mundo; al asistencialismo que se suele teñir de intereses privados, y sobre todo a la facilidad con que las situaciones límite vuelven salvajes a las masas. Al final habla del suicidio por saturación de la desesperanza y desconsuelo extremos, en referencia a Von Kleist.
Debería resultar en escena tremendamente atrapante y poderoso, pero la propuesta tiene la enorme desventaja de que Mendía dirige por primera vez. Ella arma el montaje a la manera desdramatizada propia de Calderón, y termina por exponer el material en un ritmo rápido en que todo suena igual, parejo en intencionalidad. La urgencia y planicie expresiva no solo no ayuda a despejar los signos del texto, que parece dicho, no actuado, sino que diluye su ferocidad y virulento sarcasmo crítico. Otro hándicap, esta vez técnico, es que aunque los cuatro ejecutantes llevan micrófonos, en ocasiones no se entiende lo que dicen.
Hacemos votos porque, ojalá, "El terremoto de Chile" sea revisitada en el futuro próximo por un director experimentado; si no es mucho pedir, el propio autor, cuando este cumpla sus compromisos foráneos y deje de abocarse a su otra faceta, la de guionista de cine.
Teatro Duoc-UC. Bellavista 0503, Providencia. Jueves a sábado a las 20:30 horas. Domingo a las 20:00 horas. $3.000 y $6.000. Teléfono: 232645149.