Además de la inédita actuación de Chile en las finales de una copa mundial, lo más significativo del día de hoy es la ausencia de la Nueva Mayoría en las primarias. Todas las opciones en disputa son opositoras: los candidatos de Chile Vamos proponen rectificar el rumbo trazado por el actual gobierno, mientras que los del Frente Amplio pretenden radicalizar los cambios. El silencio político de la Nueva Mayoría -llamada por su candidato más fuerte, el senador Alejandro Guillier, a limitarse a un buen asado y una reponedora siesta- es elocuente.
La Nueva Mayoría no puede ocultar que su gobierno ha sido decepcionante. Que concluye con el peor desempeño económico, la peor evaluación ciudadana registrada por gobierno alguno en el último cuarto de siglo y sin ningún logro que mostrar en materia de educación de calidad o disminución de la desigualdad. La indefinición que la mantiene dividida y ausente de la justa de hoy es consecuencia de ese fracaso.
Su estrategia nació de dos grandes malentendidos. El primero era que nuestro modelo económico es el gran culpable de la alta desigualdad reinante. El PNUD, entidad de gran influencia en la izquierda, acaba de publicar un libro que, además de reconocer "el enorme desarrollo" alcanzado por Chile, demuestra sus significativos avances en salud, educación y paulatina reducción de la desigualdad. Desde luego, subsisten aun importantes carencias e injustificadas diferencias, pero ellas provienen de ciertas fallas del Estado en procurar mejores oportunidades de empleo y educación, las que en nada invalidan al modelo.
El segundo malentendido es que habría un extendido clamor ciudadano por el reemplazo del modelo de libre mercado. Es cierto que la oferta por parte de la Nueva Mayoría cuatro años atrás -educación gratuita y otros beneficios sin alterar la buena marcha de la economía- sonó muy atractiva, pero una vez constatado que sus reformas frenaban el progreso y amenazaban la libertad de elección, las clases medias -que hoy son mayoría- se le volvieron en contra. En todas partes del mundo las clases medias, aunque con razón resienten los abusos y los privilegios, no están dispuestas a sacrificar la estabilidad, la libertad y el progreso.
La rectificación que plantea Chile Vamos puede representar bien los anhelos de esa clase media desencantada con el actual gobierno y ojalá coseche hoy una contundente votación. Luego de una campaña en la que desgraciadamente han primado las descalificaciones por sobre las ideas, solo cabe desear que sus tres variantes se aglutinen tras la candidatura ganadora y que, en la gran contienda que se inicia mañana, al liderazgo experto de Piñera, sumemos la renovación ideológica que aporta Kast y la sensibilidad social de Ossandón. Si, como en el fútbol, aspiramos a ganar las finales, necesitaremos sentido de equipo y hambre de gol.