Tal parece que el nexo entre las tablas y el fútbol es ocasional y oportunista. Ya que la escena refleja la vida, el "teatro futbolero" resurge cuando se desata la fiebre por el deporte de multitudes, y la realidad semeja girar en torno a ella. Ahora le toca a "La final", un divertimento ligero que -dada la reacción de su público- revela su hábil eficacia.
Escrita y dirigida por Patricio Pimienta, hoy convertido en algo así como el campeón del humor en la escena (en los últimos años dirigió "Le prenom", "Bajo terapia" y "Nuestras mujeres", en estos días también en cartelera, las tres súper taquillazos), parte de la premisa de que algo cambió en el paradigma de la interrelación chileno-argentina con el triunfo a penales de Chile sobre el equipo trasandino -el primero internacional en la historia del futbol criollo- en el cierre de la Copa América 2015, en el Estadio Nacional. Lo que equivaldría a pretender que la corona de Miss Universo para Cecilia Bolocco hace tres décadas infló la autoestima patria y nos convenció de no achicarnos.
Por razones difíciles de explicar y creer -digamos, para empezar, un puro ejercicio de sensatez cívica-, dos chilenos y dos argentinos cuarentones amigos estrechos de hace mucho, deciden aislarse en una cabaña en la montaña para seguir la definición por la tele. La cosa parte mal, porque al que estaba a cargo de la carne para el asado de rigor, se le olvidaron las bolsas del supermercado. Sea como sea, la situación sirve como pretexto para aludir a los ritos tribales del balompié, y luego el avance del partido despierta los prejuicios y descalificaciones nacionalistas con los respectivos insultos y agresiones irracionales; porque estamos hablando, claro, de una pasión y la ridícula quimera de que somos mejores que el eventual perdedor. Para eludir la monotonía temática, hay tramos en que los personajes trazan sus lazos de camaradería masculina y la relación con sus esposas o con su soledad. Lo que recuerda inevitablemente a "Nuestras mujeres", sobre todo porque retrata a estos machos como tipos harto estúpidos, inmaduros y emocionalmente torpes.
Este es un sainete liviano, popular y jocoso, cuya parte final se resuelve en escenas breves, y que tiene mucho de producto escénico cuidadosamente planificado para cumplir su objetivo: gustar y hacer reír con un motivo que está en el aire con la Copa Confederaciones. No se le puede pedir más que eso. Estaría menos cerca de un largo y logrado sketch , si el libreto -por ejemplo- hubiera profundizado más en la circunstancia de cada uno, cuáles son sus rasgos característicos más allá del estereotipo funcional de hincha pelotero, qué intereses los unen como amigos aparte del fútbol.
Pimienta hace que la entrega fluya con una rapidez que no da tiempo al espectador para detenerse en detalles y excesos incongruentes, en tanto su afiatado desempeño actoral tiene soltura y simpatía. Ya sabíamos que Sebastián Layseca y Otilio Castro eran comediantes fogueados; son el argentino Paulo Brunetti y el local Tiago Correa los que sorprenden gratamente en este registro. Otro punto a favor: la experiencia confirma que para hacer reír de buena gana no hace falta recurrir por fuerza al chiste sexual y a la alusión fisiológica, que ya son lugares comunes de los divertimentos en cartelera hace un tiempo.
Teatro Mori Vitacura. Jueves a las 21:00 horas, viernes y sábado a las 20:30 horas.