Blanco con negro y grises, claroscuros sedosos, despojados interiores arquitectónicos, contemplativos personajes de espaldas ante cuadros vacíos, por lo tanto silencio y quietud proporciona Tatiana Lastarria en
Galería La Sala. Son siete pinturas que operan como las distintas escenas de un unitario recinto de exposiciones casi desierto de público. Aunque ni siquiera divisamos sus rostros, diferentes jóvenes parecen tanto gozar como esforzarse por entender el arte. Solo uno de ellos, en dirección hacia un sitio impreciso, se muestra dubitativo entre irse o quedarse. Con eso introduce el momento de tensión dentro del sereno relato. La concurrencia de dos espejos de verdad permite amplificar el efecto espacial de las telas sobre el espectador real.
Dibujos numerosos en mayor y sobre todo menor formato exhibe Paula Lynch en la misma galería de Vitacura. Si bien hallamos sus característicos y mórbidos desnudos femeninos, en general los asuntos tratados esta vez resultan bastante heterogéneos. Además, en algunos momentos escasos, emergen monocromías de azul o rojo; pero lo habitual corresponde también al negro y blanco. Por otro lado, abundan las citas plásticas de autores famosos. Hay, pues, interpretaciones de Botticelli, Leonardo, Velázquez, Van der Weyden. La dedicada a este último, por más que se encuentre bien integrada, nos parece innecesaria y antes sensacionalista que creativa. Más bien en los desnudos y en dos piedras solitarias está la nuez de lo mostrado.
Cuatro fotógrafos proporcionan, en la
Corporación Cultural de Las Condes, una exposición peculiar. En efecto, se trata de una cabeza pintada por distintos autores, artistas o no. Pero lo notable reside en que la modelo se impone muchísimas veces tanto a la intervención pictórica como al propio fotógrafo. Eso se debe a que su personalidad, su carácter individual son tan fuertes que hace olvidar ya los accidentales cambios fisonómicos sufridos, ya la técnica o la capacidad de captar la interioridad de la gran protagonista. De ese modo, probablemente nada más que la española Julia Lafée consigue en alguna medida apropiarse de ella en todo momento. Se vale de blanco y negro -es la única participante que deja de lado el color-, de enfoques que podemos considerar monumentales, de un claroscuro muy marcado y que vuelve escultórica cada toma; en alguna medida nos obliga a recordar a nuestro Brantmayer. Asimismo, sabe mostrarnos la gestualidad más significativa de esa cabeza completamente rapada. Por otro lado, adivinamos los talentos actorales que el admirable soporte viviente ostenta en potencia.
Otro intérprete fotográfico atractivo resulta acá el israelí Samuel Shats. Sus grandes momentos los hallamos con la modelo de cuerpo entero y teniendo como fondo una amplia circunferencia blanca. De la figura protagónica emana, entonces, una majestad señorial digna de destacarse. Por su parte acierta el chileno Teodoro Schmidt cuando enfrenta a aquella, recubierta por el rayado típico de Benjamín Lira, con la cerámica espléndida sobre el mismo tema. Entretanto, el argentino Javier Moreta obtiene su mejor contribución mostrándonos los dinámicos pájaros de Mario Toral y una nueva asociación con Lira. Fuera de estos, cabría subrayar las muy interesantes puestas en escena corporales de Denise Blanchard.
En la misma Corporación encontramos también lo que podría denominarse esencia de pintura. Se trata del penquista Luis Eduardo Lamas. Pese a la edad, entronca con la Generación del 40 -Ximena Cristi ante todo-, aunque resulta Matisse su referente capital. Sin embargo, el chileno sabe hacer vibrar el color de una manera personal. Su gran tema, y típico suyo, son los interiores con floreros encima de mesas, frecuentemente con silla cercana. Entre los numerosos y atrayentes óleos concurrentes hay algunos aciertos destacables: "Florero rojo sobre mesa azul", en primerísimo lugar. Añadamos el hermoso "Sobre la mesa hexagonal", aunque tampoco falte por ahí alguna perspectiva contradictoria.
La
Universidad de Talca, en su sede santiaguina de calle Condell, nos entrega óleos sobre lienzo de Victoria Valjalo. Mujeres son sus protagonistas exclusivas. Trabajando de manera serial, mayoritariamente reproduce sus rostros de perfil o de frente. Al mismo tiempo otorga muchísima importancia a los marcos y al entorno alrededor de esas bonitas caras juveniles. Participan pigmentos apelotonados y brillosos, tallados áureos, velos. No obstante, la mayor sencillez de las cuatro variaciones cromáticas de una melancólica dama de cuerpo entero se convierte en el aporte más valioso y profundo.
Gallery
A la vez quietas y expresivas escenas de Tatiana Lastarria
En presencia
Los dibujos muy variados de Paula Lynch
Lugar: Galería La Sala
Fecha: hasta el 1 de julio
Mi cabeza
Una modelo que se impone a sus interventores y fotógrafos
Fecha: hasta el 30 de julio
Espacio interior
Lindos floreros sobre la mesa, de Luis Eduardo Lamas
Fecha: hasta el 1 de julio
Lugar de ambos: Corporación Cultural de Las Condes
Secreta mente
Victoria Valjalo y sus variaciones pictóricas de rostros femeninos
Lugar: Universidad de Talca en su Centro de Extensión de Santiago
Fecha: hasta el 2 de julio