Los reclamos en favor de los grupos discriminados -sean minorías o no- están teniendo cada vez más espacio y adhesión. Aquellos de más larga data se refieren a la segregación racial en EE.UU., que nos han llegado de distintas formas. Hay una generación de chilenos que quedó en shock cuando, en una época en la que aún no existía la TV cable (menos Netflix), se transmitió la serie "Raíces" ("Roots", 1977), que relata con crudeza y pormenores la crueldad y el salvajismo de la esclavitud desde sus orígenes. Casi un mentís a la bienintencionada "La cabaña del tío Tom" (Harriet Stowe, 1852).
Toni Morrison, Nobel de Literatura, escribiría su estremecedora "Beloved" (1987), que se hiciera inmensamente popular gracias a su exposición en el programa de Oprah Winfrey (la película que versionó la novela más vale olvidarla).
La excelente "12 años de esclavitud", ganadora del Oscar, del británico Steve McQueen, basándose en un texto biográfico, volvió sobre el tema en 2013. Allí ya encontramos otro aspecto: cómo es que una vez abolida la práctica (Lincoln, Enmienda XIII), un hombre de raza negra, próspero y respetado en su ciudad, podía ser secuestrado y llevado a estados del sur por traficantes que aprovechaban la laxitud y complejidad que significa el sistema federal (por un error, el último estado en ratificar oficialmente la abolición de la esclavitud fue Mississippi... y lo hizo ¡en 2013!).
Biopics de Martin Luther King, Malcolm X y otros luchadores nos han llegado de distinta forma (no deje de ver "Selma": está en Netflix). La segregación legal caló en el público en la más bien amable "Historias Cruzadas" (2011, con Viola Davis), también denunciada en "Figuras ocultas" (2016), en este caso sumando a la mujer como grupo discriminado.
Desde lo que conocemos como corrección política se apareció "Adivina quién viene a cenar" (1967), que desafiaba a los bien pensantes a practicar lo que predicaban, esto es, la integración.
El lado B de aquello llegó a cartelera este año con la excelente "Huye", que, echando mano al género fantástico, enrostra cuánto de sincero tiene el comportamiento "correcto", cuando ya no está bien visto ser racista.
Todo este apretado y no exhaustivo preámbulo se hace necesario para entender por qué "I am not your negro" ha dejado boquiabierta a la crítica internacional y este año sigue sumando premios.
El documental del haitiano Raoul Peck recoge la singular historia del escritor James Baldwin (Harlem, 1924) quien tempranamente dejó EE.UU. para radicarse en París. Regresó en 1957, pero estando ocasionalmente en el extranjero se fue enterando, sucesivamente, de los asesinatos de tres amigos: los activistas Megdar Evers (1963), Malcolm X (1965) y Martin Luther King (1968).
El documental recoge intervenciones de Baldwin en TV, en un debate en Cambridge, intercala escenas de numerosas películas y documentos televisivos sobre los distintos hitos de los movimientos integracionistas poco difundidos, intervenciones de Robert Kennedy, algunos sucesos muy recientes, del siglo XXI, como los hechos de violencia policial en Ferguson, Cleveland, Baltimore, Nueva York y Dallas. Y los Obama.
La reflexión de Baldwin es profunda y más amplia que la lucha contra la segregación. El "Acabemos con el racismo" va más allá de la población afroamericana porque también se detiene en la violencia de películas como "La Diligencia" o "Elephant" para afirmar: "La historia del negro en EE.UU. es la historia de EE.UU.". De John Ford a Sidney Poitier; los nunca confrontados rostros de Doris Day y Ray Charles. "Nada puede cambiarse si no lo miramos", afirma. Al contrario de "la nación negra", Baldwin reclama: "nosotros también hicimos este país".
"No soy un negro. Soy un hombre", concluye tajante.
(En Fílmico, Paseo Las Palmas).