Arturo Duclos busca renovarse. Y lo está consiguiendo. Así, en el MAVI nos propone cinco instalaciones con una particular interpretación de la utopía. Esa idea, más blanco, negro y los tres colores primarios usados de modo estridente la convierten en una sola obra. Anclada ella en el
pop art , el arte conceptual y el gusto
kitsch , recurre a la identificación del popular carnaval andino con los grupos revolucionarios más o menos recientes, habidos en nuestro continente. Inician el desarrollo de la obra banderas liberacionistas pintadas sobre tela. Sus signos incluyen, entre otros, fusiles y la rectora hoz y el martillo. A continuación, las mismas banderas saturan el muro del sector mejor logrado de la exposición. Ahí enfrentan esa muralla diez recargadas capas carnavalescas -agregan dorados, terciopelo, lentejuelas-, a las que se superponen emblemas de aquellos movimientos terroristas. El tercer sector acoge simulaciones de escudos de tales tendencias políticas, constituidas por chales, mantas y objetos, que abarcan desde tiernos ositos hasta cuchillos y una piel del cuye cordillerano.
El relato sigue en un cuarto recinto, donde flamean banderas blancas movidas por ventiladores plateados, simbolizando la decadencia y la supuesta vaciedad de la ideología guerrillera. Por último, junto a un video sobre el discurso de viejas militantes y a libros sobre política comprometida para lectura del público, se halla el interesante proyecto de Duclos para el Pabellón de Chile en la actual Bienal de Venecia. Consta de dibujos que muestran las protagónicas banderas revolucionarias, ahora tapizando el suelo de plazas chilenas y de una avenida en Toronto -obra sí llevada a cabo-; en alguna medida recuerdan el trabajo de otrora, tan sintético y expresivo, de Lotty Rosenfeld. Culmina el proyecto la maqueta de una pirámide maya en alambre, forrada por supuesto por las coloridas protagonistas de la instalación entera.
En el mismo Museo de Arte Contemporáneo ,
la joven Pilar Elgueta demuestra, más allá de resultar ganadora de un concurso el año pasado, otro nuevo rescate de la pintura. Probablemente, se trate ahora de una simultánea deconstrucción y reconstrucción del cuadro figurativo. Pues esta vez nos entrega una instalación marcada por la amplitud. En un ventisquero al óleo sobre tela y carente de la tensión del bastidor tenemos al gran personaje. Como lo señala la proyección de un video digital, el mismo lienzo flotó en un bote de goma, sostenido físicamente por la autora y ayudantes, frente a uno de nuestros icebergs condenados a deshacerse. Rescatado después, éste asimismo navegó sobre las aguas de distintos lugares australes.
En la presente sala de exposiciones, su imagen se multiplica además en un conjunto de grabados monocromos, en tres videos más pequeños y por momentos casi abstraída; también, como elemental silueta luminosa en neón con apariencia, acaso, de tarjeta postal. Otra instalación, esta vez mural, se integra al total. Consiste en una fotografía y en el registro en video de una supuesta acción de arte, donde la artista vestida de amarillo recorre un panorama de nieve, enarbolando una bandera bordada con la silueta del ventisquero. La propia bandera real se ubica entre la foto y el reproductor electrónico.
El argentino Santiago Porter exhibe en Galería Ekho. Son fotografías con color y en un amplio formato que predomina. Por lo que nos dejan ver esta vez, cabría caracterizarlas por su frontalidad y simetría, por la corrección de sus encuadres, por sus figuras claramente definidas, por la leve ironía que emana de la mayoría de ellas, por lo insólito de algunas. Encontramos, así, el poderoso puente cortado en medio del campo que conduce a ninguna parte; el díptico con la fachada de un edificio y sus respectivas puertas impecables, blindadas, brillosas, pero donde una de las cuales sirve de dormitorio a un indigente envuelto en plásticos; o esa curiosa, misteriosa especie de reja, de inmensa estantería metálica que se yergue, derruida, abandonada entre la vegetación de una tierra de nadie. Sin embargo, el fotógrafo asimismo resulta capaz de hacernos partícipes de su verba poética. Es lo que ocurre a través de sus visiones de una naturaleza rodeada por la bruma invernal. Una indudable poesía visual emana, pues, de su doble visión de un pastizal solitario, cuyo horizonte sin límites se extiende limitado por la niebla acumulada a lo lejos. Algo similar sucede con el bosque talado con ferocidad, cuya extensión sólo se interrumpe por el gris cielo cerrado. En ambas visiones la inmensidad de la pampa argentina resulta captada con acierto auténtico.
EL FANTASMA DE LA UTOPÍA
Un Arturo Duclos interesantemente renovado
Fecha: hasta el 19 de agosto
1/8 por el todo
EN MANOS DE PILAR ELGUETA las multiplicaciones de un ventisquero
Fecha: hasta el 24 de junio
Lugar de ambas: Museo de Artes Visuales
BRUMA Sobre todo fotografías de la naturaleza, del argentino Santiago Porter
Lugar: Galería Ekho
Fecha: hasta el 6 de agosto