Atractivo e innovador fue el programa que el martes ofreció el grupo Oltremontani ("Los de más allá de las montañas") en la parroquia La Transfiguración del Señor. El grupo está integrado por siete cantantes: Elise Becker y Lía Rojic, sopranos; Aníbal Sepúlveda, tenor; Anton Becker, barítono; Arturo Espinosa, bajo-barítono, y Nicolás Aguad, bajo. Felipe Ramos actuó como tenor y director.
En la mayor parte del programa, el conjunto acometió la difícil tarea de revivir las intrincadas texturas contrapuntísticas, producto de los cruces geográficos y estilísticos renacentistas entre compositores de uno y otro lado de las montañas. El repertorio abarcó obras de cinco compositores de los siglos XV y XVI, vinculados al estilo franco-flamenco (Marbrianus de Orto, Josquin Desprez, Cipriano de Rore, Philippe Verdelot, Jacob Arcadelt); dos italianos (Gasparo Alberti, Orazio Vecchi), y un francés (Clément Janequin). Además, se incluyó un himno del siglo XVII del párroco de la iglesia de Andahuaylillas, Cusco (Juan Pérez de Bocanegra), y un solitario estonio contemporáneo: Arvo Pärt.
El himno mariano "Hanacpachap Cussicuinin", de Pérez de Bocanegra, fue un apropiado preámbulo del concierto, pues permitió calibrar de inmediato el refinado sonido del grupo. La obra, perfecto ejemplo sincrético de las tradiciones musicales europeas al servicio de un texto en quechua, se vertió con eufonía y naturalidad. De ahí en adelante, las texturas fueron cada vez más complejas, en juegos de abalorios contrapuntísticos, a veces llevados al extremo, como en el "Ave María" de Marbrianus de Orto. Aunque igualmente complejo, el tejido enmarañado del portentoso motete a seis voces "Praeter rerum seriem" ("Más allá del orden de las cosas"), en torno al misterio de la Encarnación, de Desprez, fue abordado con maestría, convirtiéndose en un punto alto del concierto.
La presencia de Arvo Pärt no fue arbitraria. El minimalismo sacro del compositor se nutre claramente de tradiciones medievales y renacentistas, por lo que sus sonoridades no parecieron desentonar en el conjunto del programa. De las dos obras del estonio, la interpretación de "O Adonai" pareció mejor estructurada que "Summa", obra en la que se hace difícil integrar el extenso texto del Credo con el estilo estático que caracteriza al compositor.
Después de una conmovedora versión de "Il bianco e dolce cigno", en el original de Arcadelt y su reelaboración por Orazio Vecchi, el grupo ofreció dos obras plenas de picardía y humor, del francés Janequin: "La meunière de Bernon" y "Ventz hardis et légiers", con las que concluyó brillantemente un concierto diferente y del máximo interés.