La tercera pieza de la circunstancial trilogía retrospectiva del connotado dramaturgo Jorge Díaz, en cartel por estos días al cumplirse una década de su deceso, es "Fatiga de material". Se trata, hay que decirlo, de la propuesta menos lucida del ciclo. Primero, puesto que es un texto en tono menor dentro de la prolífica obra del autor (con no menos de 130 títulos), también algo repetido y funcional, ya que fue escrito para su amiga, la actriz Maite Fernández, una de las siete obras que hizo para ella, quien la estrenó en 2006. Luego, porque está representada a la manera del teatro de viejo cuño.
Lo que no impide que encuentre su público. Hay un sector de espectadores que buscan montajes como este, respetuosos de la más rancia convención tradicional (y esa es la línea que parece haber buscado este escenario de Las Condes). Ni quiere decir que al texto le falte ingenio, oficio y rasgos de interés. De hecho, puede ser visto como la despedida final del autor a su gran pasión, el teatro, a cuyo mundillo aquí rinde tributo con cariño y nostalgia. Escrita un año antes de morir, cuando ya se sabía desahuciado, esta es su penúltima pieza; luego vendría su tríptico póstumo, "Náufragos de la memoria".
Una pareja de actores septuagenarios, sin verse hace 30 años, visita un viejo teatro abandonado que será demolido al día siguiente. Él -que sabe que morirá pronto- la pasó a buscar a la casa de reposo en que está internada, para decirle adiós a esas tablas en las cuales compartieron tantos triunfos del pasado. Eso da ocasión para que recuerden sus amores furtivos, en los que ella -desinhibida y coqueta- siempre dio el primer paso, y añoren con humor agridulce el modo de hacer teatro propio de su época de gloria y el oficio que moldeó sus vidas.
El proyecto lo aborda el mismo equipo que el año pasado ofreció allí "Un jardín secreto", también de Díaz, pero de 2003, asimismo sobre una pareja añosa. ¿Eso no sugiere que el director -Mauricio Bustos- y su elenco -Gaby Hernández y Humberto Gallardo- reiteran una fórmula con la que ya acertaron? Sin contar con que el actor repite el rol que interpretó en el estreno original de la obra junto a Maite Fernández. Así, el desempeño actoral parece poco exigente en cuanto a recursos e interioridad, buscando más que nada desenvoltura y simpatía, y el montaje, en general, luce algo mecánico y desanimado. Lo que le resta a la entrega parte del aliento poético que el texto ya demostró en 2006.
Otra desventaja es que se buscó actualizar la ficción reemplazando los insertos de pasajes de obras clásicas (Shakespeare, Tennessee Williams), por otras más recientes y recordables como "La Negra Ester", "La pérgola de las flores" o el mismo "Cepillo de dientes". En tanto, se cambió el nombre de los roles por Agustín y María, en evidente alusión a Agustín Siré y María Cánepa. Algo no cuadra, porque si el diálogo comenta en más de una vez que la pareja cultivó un tipo de representación ampulosa y melodramática, la referencia debió irse más atrás que el movimiento teatral universitario de los años 40.
Corporación Cultural Las Condes, Apoquindo 6570.
Sábados a las 20:00 y domingos a las 19:00 hasta el 2 de julio.