El micrófono en la Sofofa, pese a que era un aparato de alcance limitado, grabó numerosas conversaciones. A continuación, y como exclusiva, transcribimos una de ellas, sin mayores comentarios.
Vocecita: ¿Les sirvo algo?
Voz 1: Ni en los tiempos del Perno Risopatrón, que en paz descanse, el país estaba como ahora: horroroso. Mira los fríos que están haciendo.
Voz 2: Demasiado.
Vocecita: ¿Se van a servir otra taza de té?
Voz 1: Me gusta el término tacita, que es tan chileno.
Voz 2: No hay como los diminutivos.
Vocecita: ¿Se van servir otra tacita de té?
Voz 1: No.
Voz 2: Todavía no.
Voz 1: ¿Dime una cosa, el Perno Risopatrón, por lo demás un gallo chorísimo, fue el que le vendió a la Moño Cortínez y al Breva Bunster, que en paz descansen, esos terrenos en Colico, que después parcelaron y se los pelearon los gerentes generales, los comerciales y los financieros?
Voz 1: Gran tipo, el Perno.
Voz 2: ¿Y qué me dices de la Moño y el Breva?
Voz 1: Inolvidables.
Voz 2: No como los gerentes.
Voz 2: ¿Cómo nos podemos librar de esa gente?
Voz 1: ¿Qué te pasa? Los gerentes son útiles.
Voz 2: No lo niego, pero los quiero lejos.
Voz 1: Evidente, pos hombre. Son de otra clase. Otras costumbres. Otra manera de ver el mundo.
Vocecita: ¿Se van a servir otra cosita?
Voz 1: Retírese, nomás.
Voz 2: Pero no muy lejos, porque igual lo necesitamos.
Vocecita: Por supuesto, señor.
Voz 1: Igual que a los ejecutivos, los necesitamos, pero en la oficina del lado. No son de nuestro clima ni atmósfera. ¿Sabes como le dicen al campo? Fundo.
Voz 2: Por eso hay que parcelar de repente y venderles un terrenito, y con eso quedan felices. Puede instalar su lanchita zapatilla, construir una chimenea de piedra y ya lo lograron: su segunda casa o la tercera. Da lo mismo.
Voz 1: Además son muy aburridos.
Voz 2: Terriblemente aburridos. Lo único que hacen es hablar de política y economía.
Voz 1: Como a toda la gente que le importa la pega.
Voz 2: Te voy a decir una cosa: a mí me importa el país.
Voz 1: Por supuesto.
Voz 2: Y otra cosa: es gente muy conservadora, demasiado. No sé en qué mundo viven los ejecutivos. Al menos los míos.
Voz 1: Los míos igual que los tuyos. No que hablan entre ellos y que cuánto ganan y si el viático, o si viajan en primera. Esas pequeñeces.
Voz 2: Llenos de miedos, temores y angustiados por las elecciones. ¿Qué más da?
Voz 1: Nosotros también vamos a tener elecciones, pero con un candidato.
Voz 2: Obvio.
Voz 1: Somos pocos y nos conocemos todos.
Voz 2: Qué buen tipo era el Perno.
Voz 1: Extraordinario.
Voz 2: Nunca le trabajó un peso a nadie. Igual que el Breva.
Voz 1: Superhéroes.
Voz 2: ¿Y la Moño?
Voz 1: ¿Qué se puede decir de la Moño?
Voz 2: Nada.
Voz 1: Qué mujer más grácil y liviana.
Vocecita: ¿Me puedo retirar?
Voz 1: Retírese, nomás.
Voz 2: ¿Y si nos retiramos nosotros?
Voz 1: Retirémonos.
Voz 2: Mañana hablemos de lo mismo.
Voz 1: De todas maneras.