Sí, somos una complicación en muchos sentidos. Tenemos días en el mes en que podemos llorar porque hay una mosca en la pieza y somos capaces de ser "políticamente incorrectas" en las reuniones. Hablamos muy fuerte a veces y nos cuesta obedecer normas que nos parecen inútiles.
Sin embargo, las mujeres somos unos genios en otras partes de la vida laboral y familiar (que es otra organización compleja). Somos diversas (gran cosa en un mundo estandarizado). Somos menos proclives a tomar riesgos, sobre todo los que afectan a terceros. O sea, somos más protectoras.
Hay un término muy bonito que se refiere a la mujer en la empresa u organización en general. Se llama "Love economy", que es la economía del cuidado. Es muy importante en tiempos de crisis, porque las mujeres permanecen intactas en tiempos de peligro laboral (aunque después se caigan de cansancio y tensión acumulada). Se ocupan de organizar, cuidar, percibir los puntos críticos de peligro, organizar una cierta moral de resolución más que de fracaso o caos. En otras palabras, las mujeres tienen una condición que las hace colaborar a mantener las cosas más importantes intactas durante una crisis, lo que obviamente resuelve otros tantos problemas o reduce la posibilidad de aumentar la crisis. Esto está, en general, a cargo de las mujeres y casi nunca es explícito, se da automáticamente como una división de roles casi obvia.
Tenemos un cerebro distinto; en particular, porque tenemos distinta memoria, distinto lenguaje, distinta visión, distinto oído y, por ende, distinta percepción.Ha sido larga la discusión de la ciencia respecto de las diferencias entre el cerebro femenino y masculino.
Me ha tocado colaborar en catástrofes y en crisis mayores con equipos de mujeres y, por experiencia, quiero afirmar que somos mejores para coordinar acciones con los demás (supongo que adivinamos mejor quién es el otro); para hacer trabajo en grupo; para percibir los problemas ajenos que afectan la gestión de nuestra tarea, porque tenemos mayor sensibilidad en la interacción. Por último, tenemos en las crisis un radar casi mágico para captar las potencialidades ocultas de los demás, en particular de otras mujeres. Captamos, también, los estados de ánimo que están afectando la tarea asignada, lo que es indispensable para que la eficiencia no se pierda en tiempos duros.