El 21 de mayo, día de nuestras Glorias Navales es interpretado, transfigurado por Cristóbal Cea. Y lo lleva a cabo mediante intermediarios -hoy día la digitalización lo permite todo- como videos de fuentes noticiosas, animación, fotografías, junto con letreros y objetos. En el presente caso, una filmación sobre pantalla grande fundamenta la propuesta del expositor de galería NAC. Los hechos programados y los incidentes más o menos sorpresivos de aquella conmemoración en Valparaíso resultan aprovechados, creando un contrapunto ágil, fluido, pleno de ironía y, también, provisto del ocasional dramatismo de una mujer aterrada. Si a los músicos uniformados del desfile militar se los trata con respeto, si la violencia de las protestas y la réplica policial se muestran con cierta objetividad, el interior del salón de honor del Congreso y, ahí, la ceremonia respectiva sufren el peso de una crítica acentuada.
De ese modo, se hacinan dentro del Parlamento montones de envueltos cuerpos blandos, especie de cadáveres misteriosos, mientras tiene lugar el discurso oficial sin rostro. La solitaria campanilla para aquietar las sesiones marca ahí el contraste. En la calle, se suman a la parada figuras humanas constituidas por ondulantes paños vacíos, poniendo una nota surrealista a la controvertida celebración. Un fantasma parecido concurre a un rincón de la propia exposición, según otro video pequeño. Una tercera filmación muestra el incendio reiterado de un edificio causado por los disturbios, el que a su vez recogen cuatro fotografías. Otras dos láminas protagonizadas por hermosos grafitis, realización de Cea en el escenario porteño, y una foto con emblemas -banderines y chapas- militares completan lo medular de la exhibición. En cambio, algunos objetos participantes no dejan ver una función suficientemente clara dentro del conjunto.
Una selección de trece autores entre los últimos titulados de la Escuela de Arte U.C. se presenta en el Centro de Extensión universitario. Como sucede en estos casos, algunos de sus elegidos destacan. Ante todo, refirámonos al certero dibujante Álvaro González. Su fragmentario mural figurativo, ejecutado con plumón negro sobre polietileno transparente alcanza, más allá de su amplitud física, rango monumental. Al mismo tiempo, consigue unificar detalles domésticos y visiones generales de vivienda en uno o más departamentos habitacionales. Tampoco falta allí un gran cortinaje en plástico oscuro, quizá un guiño sutil a la pintura barroca. Cristina Castellón, entretanto, muestra instalados dentro de una estructura de madera, un par de videos y dos espejos, donde el espectador se refleja en función de contraste. Las dos filmaciones ofrecen diferentes momentos de un variado registro de gestos faciales impregnados por la luz. Observamos así, sin excluir las posibilidades de abstracción, desde la placidez anímica hasta la boca que se abre en un grito desesperado.
Por su parte, los dos bonitos objetos pictóricos de Jaime Rojas consisten en remedos de libros de pintura, sin textos y llenos de vivaz coloración. Se hallan construidos con madera rústica y puesto uno sobre un atril desvencijado o puesto el otro sobre viejos objetos encontrados. El aporte de Giselle Arias comprende un muestrario sobre el muro de platos y tetera en loza blanca, no pintada con los diseños azules de sitios tradicionales, propios de los elegantes servicios de porcelana, sino rescatando prosaicas vistas de poblaciones populares de Santiago y de Chiloé. Leticia Benforado participa con cuatro grandes fotografías, predominantemente monocromas e intervenidas con lápiz negro, que define embaldosados en ciertos lugares. Las protagonizan emocionadas rememoraciones familiares con sus personajes en el interior y sobre todo exterior de la casa paterna. Por último, Anais Torres destaca ante todo por su presentación en mesas peculiares y sobre soportes de luz, antes que por sus acaso navegantes piedras naturales marcadas con pintura blanca.
El interés por la pintora Catalina Prado induce a visitar su actual exposición. Según la invitación en internet, la Galería Espora se ubica en calle Mac Iver 764, departamento 73. Sin embargo, el viernes recién pasado a las 16 horas en el lugar no había exhibición ninguna, pues según el vecino más inmediato el departamento se halla permanentemente vacío.
Glorias
Cristóbal Cea y su transfiguración de la efeméride porteña
Lugar: Galería NAC
Fecha: hasta el 3 de junio
Umbrales
Una selección de 13 autores entre los últimos titulados de la Universidad Católica
Lugar: Centro de Extensión UC. Casa central
Fecha: hasta el 21 de junio