Hay un punto importante en tomar conciencia de cómo ser pareja o tener un amor marca y transforma nuestra identidad, porque nada hace a los hombres más felices y más infelices.Una persona separada debe enfrentar cambios fuertes en su identidad. No hablo solo de las separaciones matrimoniales, hablo de la pérdida del amor de otro que era conmigo y ya no lo es. Una persona separada debe enfrentar cambios en su identidad, algo en la definición de sí mismo ya no está. No es menor. La pérdida de una identidad pública y privada deja a los recién separados como amputados de un pedazo de sí mismos.
Más allá de la rabia, del dolor, del miedo a no ser con otro sino solas/os, quien se separa pierde una parte de su identidad, por eso la comparación con la amputación. Yo era alguien que ya no soy, más allá de lo que siento (porque para algunos separarse de una pareja puede ser un alivio). Este es un duelo duro de vivir... siempre.Amar a otro es parte de la naturaleza humana, necesitar a otro, amarlo sexualmente, tenerlo presente en mil pequeños momentos y actos del día, saber que no estoy ni soy sola sino que somos dos, tener planes y sueños, tener miles de recuerdos comunes, haber desarrollado gestos y dichos que son propios y de nadie más, haberse cuidado en las enfermedades, acompañado en las debilidades más vergonzosas, en fin, todo ese cúmulo de grandes y pequeñas experiencias compartidas hacen de una relación de pareja un algo único y, por lo tanto, muy formadora de identidad.
El consuelo banal que tantas veces hacemos para ayudar al recién separado a alivianar el dolor es un acto generoso y amable. Pero más generoso aun es acompañarlo en sus nostalgias y recuerdos. Validar lo que siente, no cambiarlo. El miedo al dolor de nuestros tiempos actuales nos hace muchas veces insensibles a la necesidad del que está "amputado" de recordar y compartir los buenos y malos momentos previos a la "amputación" y con eso lo que hacemos es no asumir que hay una identidad que ha cambiado y que es muy difícil de aceptar.
Sugiero acompañar a quienes han perdido un amor en la cancha que él o ella estén viviendo o quieran compartir. Consolar es eso, es acompañar al otro en el dolor tal cual el otro lo vive, no como quiero acompañarlo yo.