Se presenta el caso: tres cadáveres en una casa, con muchas huellas de violencia, además de un cuerpo semienterrado en el sótano. Se presenta el objeto: el cuarto cuerpo, que nada tiene que ver con los otros, recibe el nombre provisorio de Jane Doe, que significa algo así como Juana Nadie. Se presenta el lugar: la morgue y crematorio Tilden, en el condado de Grantham, en Virginia, un servicio privado y familiar que ha sido atendido por tres generaciones de Tilden. Ahora está a cargo del médico Tommy Tilden (Brian Cox) y su hijo Austin (Emile Hirsch).
Desde que el cuerpo de Jane Doe (Olwen Catherine Kelly) entra a la morgue Tilden, una casa grande y aislada, parece que la película fuera a proponer una idea tremenda y original: la observación de una autopsia en tiempo real. Cualquiera que haya asistido a una autopsia sabe que es una experiencia aterradora, que bastaría por sí misma para construir la historia más escalofriante que se pueda imaginar. (El único que se ha animado a asomarse a este mundo es, para variar, Stephen King). La segunda gran idea es que todo ocurra en una morgue privada, lo que proporcionaría la unidad de tiempo, espacio y acción.
Y así parece que va a ser en la primera media hora, cuando los Tilden cumplen el protocolo de la autopsia: primero, evaluación externa, con dispositivos de registro y control; luego, evaluación interna, con una invasión masiva del cuerpo para extraer órganos duros y blandos. En la tercera etapa -la revisión del sistema gastrointestinal- ya se hace evidente que los 50 minutos restantes no seguirán el curso normal de una autopsia, sino la intervención de un misterio que conectará a los Tilden con fuerzas desconocidas.
Una decepción.
Cuando un desenlace es tan enrevesado como el de esta película, es porque alguien no ha hecho su trabajo: los guionistas, los productores, el director, el diseñador de producción. Uno o más de ellos. Quizá los guionistas no aplicaron su sentido de la síntesis para advertir que no había aquí material para 86 minutos, ni siquiera para 60; tal vez el productor presionó para agregar vueltas y sangre; a lo mejor el diseñador de producción sobrestimó las posibilidades de sus escenarios.
Siempre que una película sale intensamente mal, es porque han fallado cosas fundamentales. Entonces se halla uno con que la prensa informa que el director noruego André Øvredal encargó a su representante, ¡después de ver El conjuro, de James Wan!, que le encontrase cuanto antes alguna historia de terror para filmar.
Mal acaba lo que mal empieza.
The autopsy of Jane Doe.Dirección: André Øvredal.Con: Brian Cox, Emile Hirsch, Ophelia Lovibond, Michael McElhatton, Olwen Catherine Kelly.86 minutos.