La construcción del edificio Unctad III adquiere en
La Expropiación, primera novela de Rodrigo Miranda (Santiago, 1974), carácter de símbolo del proyecto político de la Unidad Popular. Según el propio autor, es el mensaje de un sueño y un deseo colectivos que terminan trágicamente sumidos en un degradado y grotesco presente. Como he escrito en varias ocasiones, el fracaso de los propósitos de transformación económica y social que guiaba al gobierno de Salvador Allende no tiene nada de novedoso en nuestra novela contemporánea: se ha transformado en un motivo literario recurrente, que sostiene el argumento de numerosas narraciones actuales. Pero el discurso de
La Expropiación coloca a la novela de Rodrigo Miranda en un lugar aparte, y no me refiero a este distanciamiento en términos de calidad intrínseca del texto, sino de originalidad, dos conceptos que no necesariamente se corresponden.
El índice del volumen divide la forma de
La Expropiación en cuatro partes y varias subdivisiones, que corresponden a los últimos días de la construcción del edificio hoy llamado GAM. Sin embargo, se pueden distinguir con claridad tres momentos interiores del relato que no se corresponden punto por punto con la enumeración del índice: su apertura, con aliento épico de intensa fuerza gráfica (gesta es denominada en un momento del discurso), que parte de datos relativamente históricos y culmina en imágenes que destruyen la mímesis anterior de manera alucinante y casi enloquecida ("Materiales de construcción" y "Teatro de la ruina"); su continuación en un intermedio de forma lírica, que reproduce ideas expresadas por Salvador Allende y otras que, indudablemente, nunca dijo y que le son atribuidas por el hablante implícito de esta secuencia ("El discurso del futuro") y, finalmente, una triste parodia: un monólogo de grafía casi ilegible e imágenes soeces, que traduce el lenguaje del "otro" hombre nuevo que suplantó al individuo que soñaba el desaparecido proyecto socialista ("El hombre nuevo").
Las primeras secuencias de la novela se inauguran con imágenes provenientes de la iconografía épica del realismo socialista, que exaltan la voluntad y la fuerza del proletariado para construir una sociedad nueva: "Los trabajadores marchaban erotizados hacia la obra con las palas y puños en alto. Cabezas erguidas, pasos apresurados, musculaturas enclenques alimentadas con ulpo. Los cascos brillaban al sol, sudaban piedras y cemento. Venían con los ojos rojos de entusiasmo". Pero pronto estas imágenes iniciales comienzan a ser horadadas por las de un mundo de fantasmagoría, caleidoscópico y delirante, donde los proyectos racionales que justificaban inicialmente la construcción del edificio son reemplazados por una legalidad maravillosa que conduce incluso a lo horripilante. En este nuevo mundo impera la antropofagia y el imbunchismo; el edificio se vegetaliza y adquiere la humedad de un útero donde se gestan entubados los futuros hombres nuevos; desaparecen las diferencias de sexo y dos trabajadores dan origen a un niño que se cría en las entrañas de la construcción, imágenes que junto a otras de similar carácter superrealista traen al recuerdo del lector los ambientes aterradores de The Matrix, la película de ficción científica dirigida por Lana y Lilly Wachowski. La cronología sufre un similar proceso de alteraciones. Al mismo tiempo que se construye el edificio, "las tropas asesinan civiles en el centro histórico", y un arqueólogo llamado Niemeyer descubre restos del edificio desperdigados en las ruinas de una civilización que se desarrolló cinco mil años atrás, en el antiguo Desierto del Maipo. El discurso versificado que Allende pronuncia el "4 de abril de 1972" establece la antítesis racional a esta delirante fantasmagoría, pero significativamente ambas secuencias terminan consumidas en la síntesis del zafio monólogo que cierra el texto.
La lectura de
La Expropiación agota y hace que nos preguntemos si el valor de esta novela consiste solamente en un ingenioso y apabullante despliegue de imágenes esquizofrénicas o si oculta algo que uno no alcanza a descubrir. Reconozco que no tengo la respuesta.
La Expropiación
Rodrigo MirandaSangría Editora
Santiago, 2016.
152 páginas
$12.000.
Novela