Inspirado en una muy popular tira cómica publicada en diversos diarios por 86 años hasta 2010, no se puede decir que el musical "Annie, la huerfanita" haya pasado a la historia del género como uno de sus títulos mayores. Pero se ubica junto a "Peter Pan", entre otros, como uno de los espectáculos musicales de corte familiar preferidos; y ninguno, por cierto, le hace el peso como imperdible para el público de niñitas preadolescentes. Tanto así, que desde su galardonado debut en Broadway hace cuatro décadas, nunca ha pasado mucho tiempo para que goce de otra reposición alrededor del mundo (en junio tendrá un nuevo
revival en Londres), además de sus adaptaciones al cine y TV.
Luego de tres funciones de premier en enero pasado, ahora se da en estreno absoluto para Chile, mostrando las razones para ostentar la posición que tiene. Enraizada en la picaresca de la miseria infantil que retrató Charles Dickens, pero tamizada por un sentimentalismo dulzón, seduce tanto a los niños como a los adultos que los acompañan, con las peripecias -en el Nueva York de los años 30 y la Gran Depresión- de la vivaz huerfanita que en el orfanato regentado por la malvada señorita Hannigan, sueña con encontrar a sus progenitores. Más adelante, como en un cuento de hadas, la pequeña será acogida por un multimillonario y una pareja de estafadores intentará hacerse pasar por sus verdaderos padres.
Todo es sencillo, pero lleno de encanto en la propuesta: el relato y sus personajes, los resortes de discreto y amable humor, las canciones pegajosas y nostálgicas, su coro infantil de 8 niñitas, la irresistible presencia en escena de un perro amaestrado (la mascota de la heroína). Bien resuelta, la puesta fluye con bienvenido ritmo, buen gusto y cuidado en los detalles. La escenografía con bonitas proyecciones digitales da a lo que vemos un toque glamoroso, en tanto el vestuario también luce en época y elegante.
De solo 11 años, Mila Bouti cumple acertadamente con su enorme cometido de soportar sobre sus hombros el eje del show, pero queda corta en definir su personaje; por lo demás, aunque no desafina, canta sin llegar a interpretar sus temas, varios de ellos de solista. Eso tendrá que ir ganando en riqueza y seguridad con el correr de la temporada. Por fortuna encuentra buen apoyo en el alegre grupo de huérfanas, y sobre todo en el afiatado elenco adulto. Todos los profesionales tienen desempeños atractivos, pero se debe destacar la graciosa villana que ofrece Carmen Gloria Bresky, a menudo robando escena con sus divertidos desbordes a la manera de Cruella De Vil.
Aunque el coreógrafo y bailarín argentino Eduardo Yedro (antes hizo aquí "Cats") figura como director general, el aspecto coreográfico resulta asombrosamente simple y de lucimiento básico, lo que se puede explicar por la falta de formación dancística del equipo de 27 ejecutantes, incapaces de cumplir por parejo con exigencias mayores. En cuanto al acompañamiento musical, fue en general impecable, pero de sonido un tanto opaco. Como hemos hecho notar antes en esta misma sala, el volumen de la amplificación vocal en los diálogos resultó desproporcionado a las necesidades de audición, lo que falsifica parcialmente la proyección actoral.
Teatro Municipal de Las Condes. Hoy, sábado 13 y domingo 14 a las 18:00 horas; de miércoles 10 a viernes 12, a las 19:00 horas.