Las sociedades de masas están diseñadas para que todos seamos lo más iguales posible. Por lo tanto, lo que se exige de la gran parte de la población es que se adapten a las condiciones explícitas o implícitas del lugar donde viven. Eso asegura cierta estabilidad social.
Pero hay excepciones. Las elites, por ejemplo, deberían más bien estar pensando mundos nuevos, creando nuevas ideas y nuevos caminos. Si también la elite condesciende a las reglas establecidas, las sociedades se estancan y la gente se siente más o menos segura, pero lo pasa mal. Podríamos citar infinidad de casos que acuden a terapia no porque tengan una neurosis o padezcan de grandes angustias, sino porque son demasiado inteligentes o demasiado perceptivos y/o sensibles y tienen percepciones, opiniones, concepciones del mundo, propuestas de cambio diferentes a las convencionales y han pagado costos enormes por ello.
"Es un genio, pero es un loco de remate". Dicen de un paciente dedicado a la ciencia y él se resiente, se siente solo, no sabe bien por qué dicen que es loco.
Bien, no se sabe vestir, es inadecuado porque puede pasar una hora mirando un cuadro en una comida y no conversar con nadie. Pero como dice él, es amable, nunca dice nada grosero, se aburre de la mayoría de las conversaciones, pero nunca lo dice, escucha atentamente, etc. Pero si alguien le pregunta qué le parece A o B, él suele responder que no tiene respuesta porque no sabe.
O un ingeniero inglés que me dice que no puede vivir en un país donde nadie está interesado en las cosas que no son los temas de su propio trabajo o sus copuchas sociales. Él quiere hablar de las amenazas del progreso en la vida de los hombres que es en lo que trabaja, pero nadie le hace preguntas, solo miran con interés educado y cambian el tema. Él cree que Chile es el más convencional y predecible país del continente. Estos son solo unos ejemplos, pero algo revelan de nuestro miedo a la autenticidad. Mejor ser como todos, aunque tengamos una cabeza y un corazón que quiere otras cosas.
Peligroso. ¡Podemos convertimos en el país más aburrido del continente! No porque no tengamos personas interesantes, sino porque no se muestran.