Los santos varones están irritados y con razón: el pueblo socialista no les hizo caso y en vez de ideas se inclinaron por chucherías, cuentas de vidrio y espejitos.
El socialismo despreció un porvenir denso, pero luminoso, y se quedó con los tiempos vulgares, livianos, populistas y chocarreros.
¿Dónde están los intelectuales, las huestes racionales, el legado histórico y el innegable pasado de la Concertación?
Ay de ustedes que no saben lo que han hecho.
Debieron seguir sin chistar ni protestar a los santos varones.
Si ellos decían A, ustedes A. Si era B, que fuera B.
Como tienen que ser las cosas.
Los que saben fueron a Caleu, golpearon y despertaron a Ricardo Lagos, no sin antes remecerlo durante un buen rato. Lo convencieron, persuadieron y luego lo hicieron venir. ¿Para qué? Tremenda humillación. Para dejarlo ir triste, derrotado y solo. Mala cosa. Error histórico.
Los santos varones aún están incrédulos.
Se despiertan desconcertados y se duermen con culpa.
¿Por qué no escucharon a los caballeros de la Santa y Noble Concertación, a esos magníficos honorables de las primeras aguas de la democracia?
¿Por qué no siguieron los designios de Garretón a la Vista? Estaban en un auditorio y en tierra firme, pero en
vez de hacer caso y votar como corresponde, se comportaron como bañistas y huyeron de la grandeza socialista.
Es cierto que Camilo de la Tez Triste no es lo que fue ni tampoco lo que será, pero es lo que es. ¿Acaso no es así con todos? A lo que importa: ¿por qué volcaron la espalda ante la imagen de un maratonista de la política?
¿Por qué no se dejaron guiar por el brillante pensamiento de Ottone de Mantua, que es una luciérnaga de ideas en la oscuridad?
¿Por qué no los sedujo la seriedad e introspección pedagógica de Montes sin Orlandi?
¿O bien la electricidad pragmática e intelectual de Pacheco sin Mate?
Una vez más: ¿por qué no siguieron a los santos varones?
Ustedes necesitan guía y profesor, una señal, un báculo o un lucero.
El firmamento es muy grande y para esto están ellos, para enseñarles las diferencias entre un meteorito y un astro. Guillier y Lagos, respectivamente.
Pero ustedes ya decidieron y así es como despreciaron las ideas finas, las pompas sutiles y el socialismo moderno.
Se dejaron llevar por monaguillos cesantes, dirigentes secos de cabeza, sacristanes endeudados y yerbateros de la política mínima. Esa gente se comió el tronco histórico del socialismo por dentro y por fuera. Termitas o pájaros carpinteros. También tahúres, cargaladrillos y vendedores ambulantes.
Un pueblo socialista arcaico y primitivo, compuesto por ignorantes que eligen hambre para hoy y también para mañana.
Hay socialistas pasados de rosca y de moda que aún quieren tomar el cielo por asalto.
Los santos varones, en cambio, quieren irse al cielo.
Entiendan, de una vez por todas, que ser socialista en el capitalismo moderno significa vivir como momio, compartir gustos de momio y también sus miedos, pero una cosa, eso sí: jamás votar por un momio.
Con eso basta.
Esta no es una época exigente.