Es una película de ambiente sicológico fuertemente construida por un talento como Xavier Dolan, un escultor de la luz y la imagen y quien, como pocos, procesa esto del devenir del tiempo en el espacio que resulta el cine. Es verdad que el cascarón da para que se diga que es mucho el melodrama, mucha la simpleza en la historia de un escritor moribundo que vuelve sobre sus pasos, la casa y familia que dejó, para decirles que se va a morir. Es verdad que se grita y discute, pero en ese arco de furia altisonante que sale de la boca malhablada de un gran Vincent Cassel, o de la furia juvenil de Léa Seydoux, está el silencio. Está el callado y sufriente mundo interior de Louis-Jean (un gran Gaspard Ullier): el joven escritor que trata de escribir su propia historia y capítulo final, pero la historia escribe, una vez más, sobre él. Tan imperfecta como hermosa, tan impredecible como entrañable, "Es solo el fin del mundo" se conecta desde la honestidad de un joven autor que merece todos los respetos como el señor Xavier Dolan: la nueva esperanza del cine visto como un arte real, vivo y visceral. Una gran película. "Juste la fin du monde". 2016. Drama. Canadá. Francia. 97 minutos. TE.