Filmada con una elegancia deslumbrante, "The Handmaiden", la multipremiada última película de Park Chan-wook es una envolvente historia que se nos presenta como la ambiciosa maquinación de un delincuente, pero que muy pronto se va abriendo hacia inquietantes derroteros.
Aunque está estrictamente basada en la novela de Sarah Waters "Fingersmith" (2002), el cineasta coreano traslada los hechos de la Inglaterra victoriana a la Corea de los años 30 ocupada por Japón.
("Fingersmith" ya había sido llevada a imágenes en una miniserie televisiva que hizo la BBC en 2005).
Un falso conde japonés -que en realidad es un mafioso coreano- contrata a una joven carterista, Sook-Hee, para que se convierta en la doncella de confianza de una rica e ingenua heredera, Hideko. Quien maneja la fortuna y la vida de Hideko es su tío Kouzuki, un tirano sádico, que la mantiene recluida en una mansión en medio de la naturaleza, y cuyo mayor orgullo es una inmensa biblioteca, de singular contenido.
Como en la novela, la película está dividida en tres partes; y en las dos primeras, al estilo "Rashomon" (Kurosawa), relata las mismas situaciones desde vivencias distintas.
De este modo -como sabemos, no hay verdad con un solo punto de vista- nos va develando lo más insospechado en torno a estos cuatro personajes.
Si la sola introducción de la historia -rica en pliegues y matices- es impactante, los giros que se producen al ir conociendo la verdad completa asombran a cada escena, lo que se acentúa en la tercera parte, cuando el espectador termina de atar cabos.
Secretos, traiciones, perversiones refinadas que harían palidecer al marqués de Sade o al Valmont de "Relaciones Peligrosas", van apareciendo y entretejiéndose durante las dos horas 20 que uno mira sin pestañear.
Y esto último, más que por el escalofriante relato, obedece a la admirable sofisticación y preciosismo con que filma Park Chan-Wook.
Imágenes deslumbrantes, llenas de cuidados detalles, ya sea en exteriores o en interiores, planos magníficos se suceden ante los ojos del espectador. Cada encuadre rezuma elegancia y precisión.
El erotismo -un eje clave- se despliega, ya sea delicadamente sugerido o explícito, y la sensualidad estilizada se marca en escenas de gran imaginación. Lo sensitivo se cuela en cada elemento que entra a cuadro: texturas, colores, formas. Tanto en la rotunda naturaleza, cargada de símbolos e historia, como en habitaciones, salones y aquella biblioteca, el núcleo del horror.
Tras estos escenarios luminosos y bellos, geométricamente perfectos, rigurosamente ordenados, se esconde la sordidez y la crueldad, que se va manifestando en una atmósfera cada vez más amenazante, hasta que la violencia cruenta y la crueldad refinada se desbordan sin metáforas.
Una historia cruzada por la dominación y el sometimiento: Japón-Corea; hombre-mujer.
Es el mismo Park Chan-wook del escalofriante thriller "Oldboy" (2003, adaptación de un manga), una película difícil de olvidar, como casi todo lo que filma, y de la también muy inquietante "Stoker", su película occidental (2013, con Mia Wasikowska y Nicole Kidman).
"Handmaiden" es de una belleza poco común, pero es a la vez un trago fuerte, para cinéfilos duros.
(En Fílmico, Paseo Las Palmas).