Si las elecciones fueran mañana, no hay duda: Piñera volvería a ponerse la banda presidencial. Y si bien hay que recordarsiempre la frase del ex primer ministro inglés,Harold Wilson -quien hace más de 50 años señaló que "una semana en política es mucho tiempo"- el libreto parece tener un final cada vez más predecible. Esa es la sensación, por lo demás, que existe en el propio Gobierno y en la de la Nueva Mayoría, donde cada día que pasa parecenver un final más inexorable. Cinco son las razones que lo explican:
1- Se busca candidato en la Nueva Mayoría
La elección de 2017 parece ser el espejo de la elección de 2014. En aquella ocasión la Alianza no tenía candidato. Inventó a Golborne, recurrieron a los viejos estandartes Allamand y Longueira y terminaron jugándose porMatthei, para perder ordenadamente frente a un seguro triunfo de Bachelet.
Hoy a la nueva Mayoría le sucede algo parecido. Insulza y Atria fueron aventuras fracasadas y Lagos lleva 6 meses sin lograr mover una hormona. Guillier, por su parte,se transformó en el nuevo Golborne. La esperanza en medio de la dificultad. El candidato "distinto". Pero si bien su rápido crecimiento del año pasado encandiló a muchos, su rebote hacia abajo y sus errores no forzados han empezado a diseminar las dudas. Finalmente queda Goic: una candidata con carisma pero desconocida. Con poco tiempo y con pocas ganas.
La sentencia parece clara: la Nueva Mayoría no tiene candidato.Y frente a eso ya son varios los que creen que es hay que empezar a pensar con quién es mejor perder. Es en esta ingrata misión donde Goic suma puntos.
2- La popularidad del Gobierno y el "quién manda a quién"
La popularidad no tiene espacio para el endoso. Existen muchos casos que así lo muestran. El más palpable es precisamente la elección de Bachelet I, quien ostentaba un 80% de apoyo y que sin embargo no se lo logró traspasar a Frei. Pero si bien la popularidad no es traspasable, la baja popularidad sí tiende a contaminar.Culpar a una coalición, y al candidato que lo representa, de los males del gobierno, es un negocio bastante fácil de hacer y suele ser efectivo.
Por otra parte, las últimas elecciones municipales dieron cuenta de un factor inédito desde la vuelta a la democracia: la población gobernada por alcaldes de ChileVamos es más que la que representa la gobernada por la Nueva Mayoría. Y al momento de hacer campaña no es indiferente quien maneja la ilustre municipalidad y con quién poder pasearse.
3- La vuelta de la parka roja
Frente a cualquier elección siempre existe un temor a lo desconocido. Una legítima duda sobre si el elegido tendrá la capacidad de administrar el país. En el caso de Piñera ello ya está zanjado. Y más allá de la valoración de su gobierno, ni el más opositor a su mandato puede considerar que su gobierno fue desastroso.
Al mismo tiempo, su parca roja se puede transformar - así como lo fue la escoba de Ibáñez-en el emblema de la elección. El símbolo de la gestión, que desnuda al mismo tiempo el problema de este Gobierno. Ni diagnósticos sociológicos, ni relatos republicanos, ni nuevos modelos. Nos guste o no, la "gestión" será un pilar central de la próxima elección.
4- Orden en la montonera
La UDI y RN han sido un matrimonio mal avenido desde siempre. Hay que recordar el traumático quiebre de 1987, las amenazas del camino propio y duras interpelaciones. Paradójicamente nada de eso existe hoy. Una especie de segundo aire ronda por una coalición a la que Jarpa llamaba "montonera". La paz y la tranquilidad eshoy parte de ChileVamos. El único díscolo -Ossandón- no concitamayor apoyo y al ir a la primaria asegura que su verborrea tendrá fecha de vencimiento.
La contraparte es la Nueva Mayoría. No sólo las profundas divergencias ideológicas que existen entre sus miembros -en especial desde la incorporación del partido Comunista- sino que el fin del animus societatisparecen ser una realidad. La coalición vive además algo que está viviendo la izquierda en todo el mundo: la pugna entre el alma socialdemócrata y aquella que busca volver a los orígenes. Al mismo tiempo, la aparición del Frente Amplio, por primera vez una coalición con sentido electoral, descolocará a la coalición -tal como le ocurrió a PSOE con Podemos en España-entre aquellos que buscan pelearle el espacio y aquellos que se quieren alejar de ahí.
5- La inefectividad de la contracampaña
Dos son las ofensivas que se han hecho contra Piñera. La primera es la ya tradicional crítica de la poca separación entre la política y los negocios. Ello ya ocurrió en la campaña anterior (hay que recordar a Eduardo Frei reprochándole la sanción que le hizo la SVS por "no abstenerse" de comprar acciones de LAN). Ahora la ofensiva ha sido mayor con el caso Exalmar y la minera Dominga. Y si bien la crítica de fondo -la no separación adecuada de política y negocios- es legítima, parece ser políticamente inefectiva.
Esta semana la contracampaña agregó un nuevo elemento: el pinochetismo. Y si bien la crítica está en lo cierto, en cuanto a que insólitamente el pinochetismo sigue vivo en una parte importante del sector, Piñera también está inmune en eso. Se opuso a la dictadura, cerró el penal Cordillera y habló de los "cómplices pasivos". Para su fortuna además, en la elección tendrá a un candidato -José Antonio Kast- que será el resumidero de todos los ismos (pinochetismo, dogmatismo y conservadurismo) lo que le jugará a favor al empujarlo más hacia el centro.
¿Dónde está el riesgo, entonces?
Básicamente son dos las fuerzas que le pueden costar la elección. El primero es obvio: que el exceso de confianza le juegue una mala pasada. Ese exceso de confianza también puede aparecer en caso de llegar al Gobierno, donde la retroexcavadora más que eliminada, sea puesta a andaren sentido inverso.
Pero ese no es el principal riesgo.
El más grande es que aparezca algo que no sabemos en la relación pasada entre la política y los negocios. Un mail, un memorándum o una grabación. Algo que desacredite la versión de que Piñera no sabía que ocurría con sus ahorros mientras era Presidente. Porque la gente le puede perdonar los límites difusos, pero no le perdonaría la mentira.
Él ha dicho que no hay nada de eso. Pues bien, si es así ya puede empezar a desempolvar la banda presidencial.