Hay un respeto profundo por el material original, el manga y luego el animé de 1995 en que se basa esta película de gran presupuesto de Hollywood. El director Rupert Sanders, que ya adaptó el cómic de culto "Black Hole" en un mediometraje oscuro, se nota que admira el noveno arte, las historietas, y pone cuidado en la traducción de un clásico japonés en su versión live action hollywoodense. Incluso, se hace cargo con inteligencia de las críticas de "whitewashing" por la presencia caucásica de Scarlett Johansson, con un giro que pone en la discusión los propios materiales con que se arma esta historia: la cáscara artificial de la robot protagonista, La Mayor, versus su "ghost" o alma. Deudora con evidencia de la estética de "Blade Runner", el clásico de 1982 de Ridley Scott, esta película se mueve bien entre las necesidades de blockbuster sobre las que fue construida -acción, fórmula y explosiones para convocar grandes masas- y las pausas serenas y tranquilas para macerar -como pasa en el manga original- el debate interno de una humana encerrada en el cuerpo de un androide. Con una trama política y social quizás más simplificada que su rica fuente de inspiración, esta versión de "Ghost in The Shell", sin embargo, es tal vez menos humana que el animé, pero así y todo masifica y sirve de útil medio de apertura al mainstream de Occidente para un arte y una visión futurista que en Oriente desde hace ya mucho, es moneda corriente.
"Ghost in the shell". Ciencia ficción. EE.UU., 2017. 110 minutos. T.E.