Los nombres de los campamentos reflejan la rotación de las ideas, los cambios de brújula y las nuevas lecturas y traducciones.
Ya nada se bautiza por la ideología o la política, y menos por unas fechas que tuvieron sentido en épocas remotas.
A comienzos de los años 70 existieron los campamentos 26 de Septiembre, 14 de Agosto, 26 de Enero y 26 de Julio.
¿Por qué razón y cuál es el significado de cada una de esas fechas? En la actualidad, solo los tesistas en humanidades y ciencias sociales pueden descubrirlo, ya que esos estudiantes son los que gastan tiempo en mundos fugaces, olvidados y perdidos.
Antes Fidel Ernesto, Nueva La Habana o Playa Girón; y ahora Leonardo Farkas, Lancheros del Bongo o Caminando hacia mi Casa.
Antes Trabajadores al Poder, Asalto al Cuartel Moncada o Fidel Castro, y ahora San Expedito, Monte Sinaí o Los Pajaritos.
No hay ciudad con tantos campamentos como Viña del Mar y allá está el más grande de Chile, que es una excepción, porque desde 1999 se llama Manuel Bustos, en homenaje al democratacristiano que fue presidente de la CUT.
El futuro no está escrito, pero son más probables los campamentos Tonka Tomicic o Carolina de Moras que alguno llamado Bárbara Figueroa o Jaime Quintana.
Antes Lenin y Che Guevara. U Ho Chi Minh en Las Condes, en la esquina de Manquehue con Kennedy, más o menos, para que combativo grito de "Ho Chi Minh lucharemos hasta el fin", se transformara en "Ho Chi Minh consumiremos hasta el fin".
Alguna vez fueron Amanecer, Aurora, Alborada o Esperanza.
Pasó una generación, otra, y los hijos o nietos se aburrieron de esperar y se renovaron: Nuevo Amanecer, Nueva Aurora, Nueva Alborada o Nueva Esperanza.
Ahora los nombres de un campamento son de libre elección y la inspiración y sus matrices principales surgen en la farándula, la tele, los santos, el fútbol o los millones.
En Viña y después el puerto de Valparaíso: 74 y 51 campamentos. Ahí nomás son 10 mil familias, encaramadas por los cerros y entre las quebradas, porque una cosa, eso sí: los contamos.
Los académicos y especialistas, las fundaciones y el gobierno siempre los están contando. Somos un país serio. Lo dicen donde uno vaya. Hay planificación, preocupación y elementos para el análisis urbano, social y económico. Es que nunca los hemos dejado de contar: uno, dos, tres, cuatro, cinco, etcétera. Y así hasta llegar a 660 en el país, porque en casi la mitad de los municipios chilenos hay campamentos.
Lo que se mantiene es el nacimiento de las setas o callampas, de un día para otro y con la mínima lluvia. Basta un rocío, un pequeño aliento vital y las ganas de tener algo, porque la necesidad y la pobreza son grandes.
Callampas, ranchitos, mediaguas, mejoras.
Eso no cambia: lo que cambia es el nombre.
Antes Vietnam Heroico o Saigón Caerá y ahora Felipe Camiroaga o Pampa Ilusión.
Es un asunto antiguo que se arrastra desde el siglo pasado.
Falta lo de siempre: alcantarillado, luz eléctrica, agua potable, calles.
Aunque una cosa ya se resolvió: la telefonía y las comunicaciones.