Aunque lo sabemos desde la infancia, con frecuencia negamos lo difícil que es la vida. Pero la máquina nos pilla igual, algún día. Entonces preparémonos un poco para caminar por este incierto camino con algunas herramientas sencillas.
Vamos a partir por la importancia de las utopías y el valor del humor para prevenir la depresión y la neurosis en la vida adulta. Como el hombre no puede vivir sin mirar el futuro, la construcción de utopías es buena y necesaria. No las utopías que en realidad son sueños. Esas también consuelan y entretienen y nos distraen de momentos que no queremos vivir. Las utopías como proyectos, como metas que nos apasionan o nos parecen posibles. Para poder acceder a la construcción de utopías, se necesita:
-Desarrollo de la fantasía. No temer a las fantasías de niños y adolescentes, dejarlas existir y desarrollarse. Ni a las propias. Son necesarias, descansan, dan alegría.
-Aceptación del misterio como constitutivo de la vida. No tener respuestas a nuestras preguntas, no poder predecir con certeza el mañana, nos lleva a veces a darnos respuesta a todo. Peor aun, a creer que esas respuestas van a ser válidas para siempre. Está bien buscar respuestas, hacer planes, emprender una fantasía con fuerza y ganas. Pero sería bueno tener presente que aunque hayamos calculado hasta el último detalle, predicho todos los inconvenientes y sus soluciones, la vida es misteriosa. No solo en cómo se desarrollan los hechos, sino en el significado que tendrán en nuestras vidas. Lo que ayer pareció un fracaso fue una oportunidad, y al revés. "Fue por lana y salió trasquilado", como dice el dicho. Y a veces estar trasquilado nos trae una sorpresa vital inesperada.
El misterio da miedo, hasta rabia: ¡Quiero entender! Bueno, no siempre es posible. Y es bueno y sano que así sea.
Por último, hay que aceptar la angustia como un componente de la existencia. Es lo que define al hombre. Porque nos hacemos preguntas, que es algo que nos define, las respuestas -o la falta de respuestas- pueden producir mucha angustia. La existencia de los hombres es con angustia. Aceptémosla y disminuirá. Ojo: no hablamos aquí de la angustia patológica, sino de la angustia existencial.