La corrupción por las empresas brasileñas mediante financiamientos a campañas políticas de izquierda en el extranjero no corresponde a actos aislados ni espontáneos. Fue una política deliberada, de viciosa colaboración público-privada. El más importante asesor internacional de Lula y de la Cancillería brasileña hasta el final de Dilma, Marco Aurelio García, dirigente del Partido de los Trabajadores (PT), sostenía que la política exterior debía obedecer al partido gobernante. En este caso, la autoperpetuación en el poder del PT y la expansión internacional de su influencia, financiando campañas políticas afines en el extranjero, asociado con empresas transnacionales brasileñas. García es muy cercano a varios políticos chilenos y de América Latina.
Está reconocido en Colombia que así fue. En Perú, Ecuador, Argentina, en Centroamérica y en varios otros países hay sólidas evidencias de millonarios pagos políticos por empresas brasileñas actuando de consuno con el PT y en conocimiento de la Cancillería de Brasil. Humala, Toledo, Santos, Kirchner, Morales están mencionados. Perú ha reclamado a Brasil diplomáticamente por estas intromisiones.
En nuestro caso se investigan las contribuciones de OAS a las campañas de Marco Enríquez Ominami y de la Presidenta Michelle Bachelet.
El sector privado puede realizar importantes aportes a las relaciones, progreso y en la imagen internacional de los países. El SuperTanker contribuyó a una emergencia nacional y nada tenía que ver con las relaciones oficiales. Los nexos entre las universidades chilenas y extranjeras para el intercambio del conocimiento, los de las empresas locales con las internacionales para el acceso a tecnologías avanzadas y para aumentar el empleo; las producciones, el financiamiento, los seguros y las demás ofertas de bienes y servicios también están fuera de las esferas gubernamentales.
Importante es la colaboración público-privada para abrir mercados y defenderse de las amenazas proteccionistas y de las expoliaciones a que pueden estar sometidas las inversiones nacionales en el exterior. Estas son relaciones sanas y virtuosas, lo opuesto a lo sucedido con Brasil.
Con la llegada de Trump serán más importantes que nunca las relaciones internacionales del sector privado para la defensa del interés nacional ante medidas proteccionistas. Los vínculos de las empresas nacionales con los importadores y consumidores norteamericanos y, por su intermedio, con legisladores y autoridades de Estados Unidos han probado ser muy efectivos ante intentos gubernamentales de dificultar las exportaciones chilenas. En trabajos conjuntos se disuadieron amenazas a las exportaciones de cobre, frutas y salmones.
En el nuevo cuadro latinoamericano, de reemplazo de gobiernos populistas por otros de centroderecha, la colaboración público-privada deberá incrementarse. La Cancillería y los candidatos presidenciales deben contemplar esta realidad en sus planes.