Adelaida - "Paraíso"
Desde sus inicios que Adelaida ha abierto las puertas de un Valparaíso desconocido a través de la música. Nacidos en el puerto, el trío formado por Claudio Manríquez (también conocido como Jurel Sónico), Gabriel Holzapfel y Natalia Díaz pasa de lo turístico, porque en sus canciones retrata incomodidad y disconformidad, además de un especial tratamiento del ruido y la distorsión, factores que han alimentado a géneros como el noise o el grunge, y que en la banda de la Quinta Región encuentran una nueva manera de reunirse.
Luego de dos discos editados, de presentarse en el Festival SXSW (South by Southwest) y de pulir su trabajo con Pablo Giadach y Jack Endino -el productor de "Bleach" (1989) de Nirvana-, el trío porteño acaba de publicar "Paraíso", su tercer larga duración. Un álbum en el que conviven influencias que van desde My Bloody Valentine hasta At The Drive-In, y donde cada capa se sostiene de la anterior para calibrar un sonido que amenaza con descontrolarse en cualquier momento.
Porque los gritos reproducen una lírica de la problemática existencial: Adelaida es un sujeto que se forma tanto de la condena de vivir alienados como de las dificultades de la juventud, del desamor y del futuro inimaginable, y que a su vez reproduce con crudeza las habilidades de la guitarra. "Cienfuegos" es un stoner rock desesperado y "Columpio" electrifica como un rayo un recorrido que agita el shoegaze amalgamado al post-hardcore. Dos cartas de presentación del primer gran disco chileno de la temporada 2017.
Dirty Projectors - "Dirty projectors"
El sexto álbum de Dirty Projectors se construye de manera refundacional. No es solo el hecho de que su título sea homónimo, sino que su líder David Longstreth se quedó solo e inició su nuevo periplo desde la nada. Luego de pasar por varias formaciones, con el destacado músico como eje, este rompió su relación sentimental con su última compañera de banda Amber Coffman y comenzó otra vez. Y, como si se tratara de una terapia, el frontman toma el R&B como una pieza de laboratorio con la que comienza a experimentar.
Debido a sus limitados recursos humanos, en "Dirty projectors" ya no hay superposición de voces ni sus coros respectivos, tampoco un desarrollo de las guitarras, que ahora pierden por completo su protagonismo. Esta vez, Longstreth se las arregla para llenar esos vacíos con una instrumentación orgánica-sintética similar a la propuesta de Bon Iver, y con un ojo puesto en el futuro del género, una maniobra que en 2016 transformó a "Blonde" de Frank Ocean en uno de los mejores discos del año. Porque el R&B se ha ganado su espacio como una piedra angular del pop actual.
Y para sacarle mayor provecho, Longstreth se apoya en Tyondai Braxton, Mauro Refosco, la American Contemporary Music Ensemble, la cantante Dawn Richard y Solange Knowles, que vuelve a trabajar con el nacido en Southbury, Connecticut-después de que este firmara buena parte de "A seat at thetable", el aplaudido último trabajo de la artista-. Sin embargo, en el resultado final, se oye una falta de concreción de los cortes. Todo suena demasiado etéreo, como un demo interminable que puede ser ajustado una y otra vez.