El lenguaje diplomático siempre cauteloso, por más inocuo que parezca, tiene sus códigos y conocida significación. Ante un incidente diplomático, la expresión de que un gobierno "se verá libre de compromisos" anticipa una posible ruptura de relaciones. De menor impacto, aunque trascendente, es el anuncio de llamar a informar a un embajador. No es corriente y tampoco un simple trámite esta declaración.
Cuando el embajador deja su sede por una desinteligencia con el gobierno ante el que está acreditado, se produce una suspensión temporal de las relaciones al máximo nivel y se envía una señal clara de que el conflicto y la medida se mantendrán, mientras no se alcance una solución y se den las explicaciones necesarias sobre el agravio que la motiva.
A la vez, el regreso del jefe de misión tampoco puede ser un mero trámite, debe ser explicado y justificarse en la solución de la causa que lo desencadenó.
No se entiende que se llame a informar a un embajador y se ordene su regreso a la semana siguiente sin una satisfacción. De lo contrario, el procedimiento puede transformarse en un descrédito para la diplomacia y ser interpretado como un instrumento para descomprimir presiones y conflictos internos.
Es lo que ha sucedido a raíz de la agraviante doble prohibición del gobierno de Cuba, tanto del homenaje en La Habana al Presidente Aylwin por su lucha por la democracia como del ingreso a Cuba a Mariana Aylwin, ex ministra, ex diputada y política democratacristiana de prestigio. Para profundizar la ofensa, la Cancillería cubana atribuyó conspiración y provocación a la ceremonia y a la invitada. De nada sirvió la consideración de que fuera el Presidente Aylwin quien restableciera los lazos con Cuba.
Con este incidente, el gobierno cubano demostró su desprecio por las relaciones con Chile y, con el desenlace, se evidenció la determinante influencia del Partido Comunista en el gobierno de la Presidenta Bachelet. El Partido Comunista fue el único partido que, en vez de anteponer los intereses nacionales y sumarse a la posición del Estado, solidarizó con el gobierno de Cuba. Así lo ha hecho en lo interno y en lo internacional. En el pasado se alineó con el comunismo soviético, muchos de sus dirigentes con Bolivia, y todos permanentemente con Cuba.
Tan lamentable como el desenlace de este incidente es que el Gobierno y la Nueva Mayoría mantengan a un representante del comunismo para presidir la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados: entregan una señal equivocada a la comunidad diplomática de la política exterior chilena y demuestran desconocimiento de las implicancias para la diplomacia de la irrelevancia y rechazo que merece el Partido Comunista en el mundo, desde ya hace varias décadas.