Si uno escucha con atención los programas de televisión, en la política en particular pero no solamente, se siente un ambiente que es más de cartón que de verdad y que está más lleno de desencuentros que de conversaciones.
Si uno mira la propaganda para que compremos o invirtamos, nos da desconfianza, porque no puede ser tan bueno el producto o la venta o la inversión, como me están contando. Mucha gente no se siente incluida, si bien goza y mantiene el espíritu de creer y soñar. Por eso tenemos un país en paz.
La persuasión es tal vez la más bella condición de la comunicación. Y su principio fundamental es escuchar al otro. Por eso los miles de estudios de intención de compra o voto, etc. están dirigidos a la gente y no al aire. Porque aprendimos que no podemos seguir hablando solos, que tenemos que hablar con la gente, conocer su opinión y sus necesidades. Para conseguir que nos crean y compren nuestros productos o adhieran a nuestras ideas.
La persuasión es mucho más que eso. Porque requiere saber lo que el otro piensa, sentirlo, preguntar lo que queda por entender, pensarlo, masticarlo, preguntar de nuevo, hasta entender lo que desde mi punto de vista es lo que siente o quiere otro. Persuadir requiere desaparecer un rato y dejar el protagonismo al otro, pero de verdad. Que no es lo mismo que hacer lo que la gente quiere. Cuando persuadimos podemos hacerlo desde las dificultades del sueño o carencia del otro o los otros, no tenemos que ofrecer más de lo tenemos o podemos. Incluso, puedo no hacer ni decir nada, solo expresar porque yo lo veo diferente, pero que entiendo de verdad lo que quiere.
La soledad está relacionada con la falta de persuasión. Yo no quiero que me reten, que me hagan sentir un idiota, que no me vean, que mis ideas o proposiciones no las escuche nadie.
En la vida de pareja esto es muy importante. Pocas preguntas entre los cónyugues, siempre las mismas preguntas, bastante alegar por todo lo que anda mal, y con suerte, un relato un poco más personal del día. Si él o ella quieren cambios, necesitan algo de verdad, pueden seducir (que dura poco como resultado) o de verdad hacer los cambios.
El esposo puede conquistar a su esposa si de verdad ella lo persuade de que comer frío en las noches es bueno. Así de banal. Si él es parte de la decisión y no solo un aceptador pasivo de los reclamos de su mujer, muy luego se va a acabar el acuerdo y la comida volverá a servirse hirviendo.
Hay una parte de la rabia y el reclamo constante que tiene que ver con que los chilenos somos poco persuasivos.
"La persuasión requiere saber lo que el otro piensa, sentirlo, preguntar lo que queda por entender".