El ser humano es el único mamífero que piensa, por lo menos así creemos hasta ahora, porque pensar requiere lenguaje, distinciones, procedimientos, conclusiones, deducciones. Y quien lo hace posible es la palabra. Los animales reconocen el peligro y asocian estímulos a sentires, tienen sentido de ubicación, saben lo que necesitan. ¿Es eso pensar? Esta es una larga discusión de la ciencia del lenguaje y la filosofía que no nos compete hoy, pero que es importante estar conscientes de que existe.
Entre los seres humanos, como nosotros los chilenos, pensar es indispensable. Pero tal vez hemos ido demasiado lejos. Todo tiene nombre. No soportamos el misterio y la incertidumbre y nos apuramos y desesperamos por ponerle nombre a lo que sentimos.
A veces, poner nombre, denominar, es un manera de escapar el sentir.
Si no siento, no existo. Si tengo que denominar lo que siento, me quedo pegado en él.
Ahora, para la comunicación, en particular para las relaciones humanas, separar la emoción del pensamiento es un error. Nunca, nunca, nunca, lo que comunico está vacío de emoción. Estamos sintiendo todo el tiempo. Desde en las grandes decisiones corporativas hasta en el más nimio trabajo doméstico. Esto ha llevado a grandes cambios en las organizaciones, en las relaciones humanas y en el lenguaje.
Hoy, cuando en una crisis de pareja o en una discusión con un hijo se puede decir: "Es lo que siento, así no más es", ya no es loco ni irracional quien lo dice. Esto es un gran avance.
Si un gerente le dice a su equipo: "Sí, han avanzados pero yo no siento entusiasmo en la tarea", está tratando de entender algo que siente y no puede descifrar. Pero hoy lo puede preguntar, antes solo podía adivinarlo o usar el poder para cambiarlo (inútil tarea).
Sí, se ha incorporado el sentir a la comunicación del pensar. Pero estamos dando los primeros pasos y estamos hablando un idioma nuevo, torpemente, tímidamente. Por ende, lleno de errores.
No importa. Vamos avanzando hacia ser humanos y a no separar el sentir del pensar. Difícil. Es importante al menos reconocer que es difícil pero que la sociedad empieza a abrirse a juntar lo que nunca estuvo separado.