El principal objetivo de los partidos de la Nueva Mayoría y de sus liderazgos es consolidar y proyectar las reformas iniciadas bajo el mandato de la Presidenta Bachelet. Para cumplir ese objetivo es fundamental ganar la próxima elección presidencial y obtener la mayoría parlamentaria que acompañe al Ejecutivo en la tarea mencionada.
El próximo gobierno va a tener una gestión muy difícil, porque simultáneamente tiene que consolidar las reformas, proyectarlas en el tiempo, asumir los nuevos desafíos que la ciudadanía demanda, por ejemplo: pensiones y salud; reconstruir la voluntad y la unidad en la coalición de centro e izquierda y conducir un gobierno unido en torno a estos objetivos. Para cumplir el objetivo estratégico, lo ideal sería un programa común, una o dos listas parlamentarias de la Nueva Mayoría y un liderazgo que emerja de las primarias legales del 2 de julio del presente año. Frente a esto se levantan voces en diversos partidos que plantean el camino propio, todos a primera vuelta, las más diversas listas parlamentarias, etc. Todo lo anterior dificulta el objetivo principal.
Además, tenemos que consignar que el próximo gobierno tendrá un escenario económico restringido, una situación económica internacional volátil, derivada de la conducción norteamericana. El escenario descrito requiere de un liderazgo con mucha experiencia, con mucha solidez y con mucho talento político. En el cuadro actual, los liderazgos que emergen: Lagos, Guillier; Insulza, Atria y eventualmente Goic, reúnen muchas de estas condiciones, sin embargo en el futuro descrito sin duda que, a lo menos para quien escribe, el Presidente Lagos reúne todas las condiciones mencionadas.
No ha sido fácil para el Presidente Lagos situarse como el 93 y 99, como el candidato natural de la izquierda de la coalición, que se expresaba en la confluencia detrás de ese liderazgo del Partido Socialista, del Partido por la Democracia y en algunas ocasiones del Partido Radical. Lo anterior no está presente en el actual escenario. Hasta ahora lo acompaña solo institucionalmente el PPD. Podrán existir muchas razones para este diagnóstico, sin embargo hay una que es profundamente injusta con Lagos, que es precisamente posicionarlo como símbolo de todos los errores de la vieja Concertación. Pero esta misma sensación no recoge también todos los avances que esa coalición logró en los primeros 20 años posdictadura cívico-militar de derecha. La entonces Concertación logró grandes avances en la sociedad chilena, como por ejemplo un crecimiento económico inigualable en la historia de Chile; como asimismo una reducción sustantiva de la población bajo la línea de la pobreza; además de centenares de políticas públicas que hicieron de nuestro país un lugar mejor para vivir. También es cierto que todo ese proceso positivo fue acompañado con una reducción marginal de los niveles de desigualdad intolerable que han existido y existen en la sociedad chilena. Precisamente, la emergencia de una nueva coalición, la Nueva Mayoría, fue la respuesta a ese diagnóstico. El programa de Bachelet en este nuevo marco pretendía y pretende mantener los logros de la coalición anterior y hacerse cargo de los errores e insuficiencias que tuvimos, como por ejemplo: enfrentar con más fuerza el tema de la inequidad e injusticia que cruza todos los sectores de la sociedad chilena. Incluso, se ha estigmatizado este liderazgo de Lagos, asociándole a errores que cometimos en su gobierno, cuyos símbolos son el Transantiago y el CAE, pero a muchos que tienen estas perspectivas se les olvida que ese gobierno, junto a los errores descritos, logró importantes avances, como: un crecimiento promedio anual en torno al 5%; la dignidad de Chile frente a la prepotencia norteamericana en el caso de Irak; la consolidación de la reforma procesal penal; el desarrollo sin parangón de la infraestructura nacional; la abolición de la censura; la ley de divorcio; la ley de filiación; la reducción de la pobreza e indigencia; el Chile Solidario; y la más importante de todas: la primera política pública bajo el concepto de derechos generales: AUGE.
La tarea para quienes acompañamos este liderazgo se ve muy difícil. Sin embargo, tenemos 6 meses, para que a través del debate político, los planteamientos de nuevas ideas y propuestas, y un equilibrado diagnóstico de la historia reciente nos permitan, como dijimos en las primeras líneas de esta columna, tener el mejor liderazgo para la tarea principal: consolidar y proyectar las reformas del gobierno de Bachelet.