Cada noche de la semana, La Red, UCV y Mega instalan en la oferta televisiva, por cerca de 90 minutos, un espacio del que nada parece salir ni entrar. Una suerte de agujero negro televisivo que se despliega justo cuando el resto de los canales vive sus momentos de mayor competitividad -alrededor de las 22:30- o cuando ya da lo mismo tener encendido o no el televisor -pasadas de 00:30-. Son horarios extraños para espacios de conversación que apuestan a contraprogramar, pero que, en la suma y en la resta, no logran ni visibilización.
Durante esos 90 minutos de su puesta en el aire, "Mentiras verdaderas", "Algo personal" y "Más vale tarde" atraen a sus sets o campos gravitatorios -insistamos en la figura galáctica- a personajes dispuestos a hablar de ellos y de sus circunstancias, y de poco más. Durante todo ese espacio sabremos de la vida y obra de seres que, en rigor, están lejos de ofrecer alguna revelación. Figuras televisivas y del espectáculo en sus más amplias manifestaciones son mayoritariamente las convocadas o, al menos, las que terminan por aceptar. Ellos, justos los más expuestos de la vida pública, llegan a seguir insistiendo en la exposición.
Hay bastante de narcicismo en estos programas que comparten fórmulas manoseadas, como llevar al entrevistado a la infancia o a mostrarle insistentemente fotografías de su biografía, para reproducir artificialmente la emoción. Como en la observación astronómica, lo que los conductores de estos espacios suelen buscar es recrear un momento, una emoción sucedida a años luz de distancia, en vez de crearla como el resultado de su destreza de entrevistador.
Ignacio Franzani, Juan Carlos Valdivia y Álvaro Escobar, por lo general, son pares de quienes llegan a entrevistar. Entonces, a veces el ejercicio de mirarse a sí mismo que hace el entrevistado, se duplica con el del entrevistador. Sin embargo, tendrán un estilo personal. Franzani, apoyado por un equipo de producción que es capaz de traerle al estudio al ex Presidente Lagos, suele centrarse en la anécdota pop. Juan Carlos Valdivia se siente a gusto en la retrospectiva biográfica, avanza por una línea del tiempo como si su pauta viniera de Wikipedia y comparte sus propias experiencias con generosidad. Escobar, también ocupa las herramientas anteriores, pero en su caso, el objetivo pareciera ser lograr a toda costa la emoción. Un equipo de producción desplegado en terreno le traerá al estudio testimonios de seres queridos y objetos personales con significado que, ojalá, logren que el invitado llore en televisión. Escobar -abogado y actor- pondrá caras de pena, alegría o chochera, buscando lograr la imitación.
Y, bueno, como en los agujeros negros no hay tiempo ni espacio, es imposible no pensar en "Humanamente hablando", el espacio de Alfredo Lamadrid que en los 90 inauguró este estilo de talk show . Entonces, conocer la dimensión no pública de los famosos era revelador; pero eso fue tras décadas de silencio y años antes de la sobreexposición que trajeron la farándula y los nuevos medios de comunicación. Eso fue cuando saber lo que las celebridades pensaban, sentían u opinaban tenía un claro valor. Hoy las preguntas de los entrevistadores siempre apuntan al "¿Qué te pasa con...?", demostrando lo pasajero que se ha vuelto todo hoy.
El valor de la conversación es innegable, pero hay que refundarlo en televisión. Estos espacios pueden ofrecer tiempos, personajes y contenidos más allá de lo conocido. Y por eso es valorable que "Mentiras verdaderas" suela hacer dos entrevistas por programa y que, sostenidamente, trate de ampliar el abanico de invitados hacia la política, literatura, crónica roja, esoterismo y humor. Pero falta más. Falta desafiarse, salir de esa zona oscura y autorreferente que es la pantalla chica, para que otros se sientan convocados y puedan darle luz a este formato que se ha vuelto tan necesitado de un big-bang.