Modesto en su apariencia y recursos, ya que se plantea como un unipersonal, "El pago de Chile" tiene, sin embargo, un material de tanto interés y su entrega resulta tan atractiva, que se abre a diferentes y estimulantes lecturas y resonancias. El texto de Florencia Martínez, puesto en escena por Soledad Cruz, ofrece una nueva y fresca perspectiva sobre la tragedia ocurrida en la mina San José en agosto de 2010, trazando el paisaje humano, laboral y social en el que se dio el derrumbe, hasta justo el momento antes en que este se produjo. Lo que implica, por cierto, una ardiente denuncia de las precarias condiciones de extracción en la pequeña y mediana minería del país.
Imagina que a Iván Soto, hijo de un pirquinero analfabeto, lo nombran jefe de turno con la misión de redactar un detallado registro de los sucesos del día. De tal manera que lo que escuchamos no es un monodrama, sino la serie de informes que recrean cómo se realiza la faena y los problemas interpersonales y laborales que van apareciendo. En ese sentido es teatro documental, ya que el texto se basó en entrevistas hechas por la autora a mineros del yacimiento que no estuvieron en el turno de 'los 33' (y algunos nombres de las víctimas surgen en la animada exposición).
Pero además en la soledad de su tarea en las tinieblas de la galería, Soto tiende a tomar su cuaderno como si fuera un diario de vida. Cuando habla de sus padres, de su mujer y su hijita, su discurso adopta la forma de un soliloquio, porque le oímos pensar en voz alta revelando su sentir más íntimo. El escenario se torna así en su propio espacio mental, y en él, a veces, se funden como presente momentos distintos de su dolido pasado mediato.
Aún hay otro factor de interés: el montaje es teatro de sensaciones, busca simular la vivencia de bajar a un pique, que es como estar en un infierno de negrura, silencio y abandono. Se entra a la sala en total oscuridad y en su desarrollo vemos al único personaje en la penumbra, iluminado tan solo por una débil linterna. El relato y la atmósfera se enriquecen con una elaborada banda sonora que provee las voces pregrabadas de los otros personajes y envolventes ruidos ambientales. Todo el tramo final, incluyendo el aterrador desplome subterráneo, se resuelve en el espacio acústico, a la manera del "teatro sonoro" que propuso en 2012 la notable performance "Helen Brown".
La verdad de la entrega se atribuye en gran medida a la ejecución por Bosco Cayo, el desempeño más convincente y sólido que le hemos visto hasta ahora a este actor, además dramaturgo y psicólogo de formación.
Taller Siglo XX (Ernesto Pinto Lagarrigue 191).
Entre hoy y el domingo 22, a las 18:00 horas.