Esta semana que está por empezar, cuando el estreno del
reality de turno de Mega llegue a las pantallas -en una segunda franja nocturna que se extenderá a matinales, repeticiones y noticieros-, el resto de los canales estará tratando de aguantar el golpe de la audiencia masiva del verano en mejor pie que el año pasado.
Las noches bíblicas de TVN, donde hoy "Moisés" pasará el testimonio a "Josué", son la mejor muestra de cómo a lo largo de más de doce meses se construyó una audiencia de dos dígitos fiel, observante y dispuesta a sintonizar con contenidos que poco y nada tiene que ver con los que ofreció en temporadas anteriores la apabullante aunque bien trabajada saga de
realities que ahora sigue con "Doble tentación".
Cuando se pensaba que hombres y mujeres en toga nada tenían que hacer frente a la exuberancia de los cuerpos tonificados e intervenidos, TVN vio lo que años antes hizo Mega en la ficción turca "Las mil y una noches": que las audiencias tenían su lado conservador. Que las teleseries nocturnas ganadoras ya no eran las que mostraban más escenas de cama, que el romanticismo atraía tanto o más que el erotismo y que las personas no buscaban necesariamente ver reflejadas en pantallas su disfuncionalidad familiar. Las turcas, con su cultura más ortodoxa, abrieron un espacio simbólico de representación más lento narrativamente, más conservador valóricamente.
Sumado al innegable atractivo de una gran producción de época -tal como para canal 13 fue "El Sultán"-, esta apuesta por el envasado bíblico de origen brasileño, y que partió tímidamente con "José de Egipto", fue una de las buenas decisiones que se tomaron en el canal público dos administraciones atrás. Pero sin la directora ejecutiva de entonces (Carmen Gloria López) y sin ese director de programación (Nicolás de Acuña), difícilmente se reconocerá el valor de esa decisión.
Hoy "Moisés" sale después de mantenerse más de año en pantalla, convertido en el punto medio de una gesta histórica y televisiva. Como el patriarca, TVN ha deambulado por el desierto esperanzado con llegar a una tierra más fértil y en el camino también ha sumado nuevas fuerzas, como las ficciones nacionales "El camionero" y "Un diablo con ángel", que reviven un área dramática que hasta la pasada administración (de Alicia Hidalgo) no funcionó.
Décimas más o menos, estos productos locales que rondan los dos dígitos al menos dan señales de un canal con mejor salud. Y, en el caso de la producción liderada por Benjamín Vicuña, hasta se agradece que para compensar la recursiva historia del galán que busca su salvación moral, los personajes de Daniel Muñoz protagonicen creativos cortos hacia el cierre de cada emisión.
TVN ha ido despegando en forma lenta, sin apabullantes sintonías masivas, pero con una cierta coherencia que bien podría adjudicarse al trabajo de su director de programación Eugenio García, si es que no existiera esa herida sangrante que es el matinal. Los rostros -Javiera Contador, la última- huyen de él como la peste, y la televisora no pareciera ser capaz de tener siquiera el control del daño que su imagen sufre con cada alejamiento e incorporación.
Mientras en la noche ha operado sostenidamente la gracia de algo que bien podría calificar de milagro, en la mañana el canal se desangra por una seguidilla de malas y apuradas decisiones que pueden terminar arriesgando lo que tanto costó. Frente a las hordas de sintonía que "Doble tentación" viene a buscar, nada asegura que "Josué" sea capaz de mantener lo que "Moisés" conquistó. "Kösem, la sultana" asume en el 13 con ambición. Y TVN mantiene abierta una herida que lo daña no solo en el
rating, sino que en su reputación. Acabar con ese estigma es el desafío casi bíblico de la nueva administración.