Consecuente, Emma Malig -Galería Animal- continúa sus personales metáforas del concepto de territorio. Lo hace a través de doce grandes cartas geográficas circulares y de seis más pequeñas en formato rectangular. Se trata de mapas imaginarios de fundamento informalista, pero que en todo momento definen comarcas posibles. Esta vez materializadas en uno u otro polo de nuestro planeta, aprovechando esa vaguedad encantadora de los primeros intentos de reproducir los espacios terrestres. Aunque se trate de comarcas fantásticas, la posibilidad veraz de su existencia nos convence por completo. Para conseguirlo, esta artista geógrafa pega y sobrepone viejos papeles ajados, recortados, rasgados. Es una especie de reconstrucción de frágiles planos rescatados desde archivos centenarios, en los que la denominación poética de los distintos lugares se convierte también en protagonista de cada obra. De nuevo asombra su delicadeza de factura, el sentido refinado de la composición, la potencia de la forma significativa, la capacidad refinada de sugerencias. Aquí, obviamente, ocres y sepias indican islas y continentes, mientras cerúleo apagado por el tiempo señala los mares. Además, a la manera de los mapas muy antiguos, se introducen más o menos definidos dibujos a lápiz, con y sin color, de figurillas de animales -desde corderos y ciervos hasta mariposas y grullas- o lindos paisajes arbolados. Cada una de estas 16 láminas hermosas respira quietud, silencio, introversión.
Una pantalla triple nos entrega, en Sala de Arte CCU, el trabajo más reciente de Andrés Durán. Bien conocido por sus ilusorias intervenciones fotográficas de monumentos santiaguinos, reiteró este asunto en algunos ejemplares de la estatuaria conmemorativa neoyorquina. Sin embargo, ahora se trata de un video con color que aborda otra clase de testimonio. Es la invasión actual de la ciudad sin memoria a la naturaleza autóctona que todavía la arropa, indispensable. Para ello se vale del recorrido sin fin de una mujer cualquiera, por los confines ya edificados del Santiago nororiente. Eso sí, la silenciosa mujer protagonista ofrece la particularidad de ser portadora de una peculiar ofrenda floral. No resulta esta la habitual corona mortuoria, sino de una plana forma rectangular vinculada a un clásico diseño del arte precolombino. Al mismo tiempo, la madera vulgar de un trípode sostén hace valer su condición y peso, cansando en alguna medida a quien lo lleva. Lo enigmático e insólito de la acción contrasta con la monótona presencia de flamantes construcciones habitacionales, en medio de la ausencia egoísta de vida humana en las calles. Si el entorno proclama en todo momento su existencia material, del propósito, de los sentimientos de la portadora nada sabemos, tampoco adónde va o a quien pretende homenajear. Ella misma y su travesía quedan a disposición de la libre interpretación del espectador.
Galería La Sala inaugura su flamante local a corta distancia de su ubicación anterior. Ocupa dos espacios, a nivel de la calle y en el subsuelo de la esquina sur poniente de Francisco de Aguirre con Alonso de Córdova. Una escalera muy amplia define el lugar, visualmente ruidoso. En efecto, consta de dos salas, además de recintos laterales, todo bastante abierto y poco recogido. No obstante, tiene el acierto de una mayor superficie expositiva y de aprovechar la propia escala para albergar, dentro de ella, los rieles con su depósito comercial de cuadros.
Para su exhibición inicial ha escogido al peruano autodidacta Carlos Llosa (1947). De partida desconcierta su doble vía de manifestaciones volumétricas. Así, por un lado muestra unas especies de cabelleras de Medusa o de agresivos organismos de profundidades marinas. Confeccionados con mangueras de plástico, donde la pintura -lunares amarillos, negros y blancos- disfraza, lamidamente, lo que de genuino pudiera poseer el material. Ocultamiento similar sucede con los relieves murales de fundamento geométrico. Consisten estos en medias esferas protagónicas, completas o a veces fragmentadas, sobre paralelepípedos angostos, también suelen ser invadidas por una porción piramidal. Esta vez la coloración de las piezas anotadas reemplaza el amarillo por rojo oscuro. También, algunas de las protagonistas mayores incluyen un aura que altera su redondez. Son diseños que unen a su reiterativa rigidez formal una lejana sensualidad.
Tierra-Bruna
Emma Malig y la belleza de una interpretación cartográfica de territorios imaginarios
Lugar: Galería Animal
Fecha: hasta el 28 de enero
Ofrenda
El recorrido enigmático propuesto por Andrés Durán, en medio de la lucha entre naturaleza e invasión urbana
Lugar: Sala de Arte CCU
Fecha: hasta el 27 de enero
Rutas de exploración
Relieves y muy distintas esculturas con mangueras del peruano Carlos Llosa
Lugar: Galería La Sala
Fecha: hasta el 28 de enero