Esta novela de Emiliano Monge, tal como sus anteriores libros y los de otros escritores mexicanos de su generación, ahonda en el drama que atenaza a su país, aunque esta vez el foco no está en las raíces históricas de la violencia ni en las guerras del narco, sino en el tráfico -o más bien en la explotación como mano de obra esclava- de los migrantes centroamericanos que intentan atravesar México para llegar a Estados Unidos o bien radicarse allí en busca de un nuevo destino. Un dispositivo bien organizado en la frontera sur por una banda criminal, con la complicidad de la policía, secuestra a los migrantes, los reduce a la nada a golpes y los vende a quienes necesitan su trabajo o su cuerpo, en el caso de las mujeres. La novela es durísima. Permite asomarse a un abismo de dolor inenarrable, a unas penas infernales, al dicho del Dante en el Canto III del Infierno: "Habrán de abandonar toda esperanza". De hecho, el relato contiene muchas citas en cursiva; las que están incorporadas al texto pertenecen a La divina comedia; las que están en párrafos separados, a testimonios de migrantes que han logrado escapar del cautiverio. El estilo, cargado de repeticiones, tiene algo de letanía y alcanza por momentos la musicalidad de la poesía: así es posible sobrellevar las aflicciones que se suceden sobre los "que adivinan que no será su nueva marcha menos desdichada ni menos cruel ni menos larga".
Formalmente, la novela está dividida en tres libros y dos intermedios, aunque se trata solo de dónde recae mayormente el foco de las historias que se relatan. Las principales son las de Epitafio y Estela, que controlan con mano de hierro el tráfico de mano de obra esclava, y la de los dos chicos de la selva, que son quienes conducen a los migrantes a la trampa. Por necesidades logísticas, Estela y Epitafio se separan y siguen distintos derroteros. A ambos, y a los chicos, los acecha una conspiración, que hace entrar en escena a personajes como el padre Nicho, el Sepelio, Mausoleo, los trillizos que hacen desaparecer cadáveres en un lugar apodado El Infierno, y otros personajes cuyos nombres o apodos remiten siempre a la imaginería sepulcral, a la muerte que acecha en el calor de la selva o en el frío de la sierra. La de Epitafio y Estela es también una historia de amor y desencuentro, de anhelo e impotencia, de frustración y de dolor. No hay que buscar en ello signos de humanidad: todos los son, los que matany los que mueren, y quizá por eso el contrapunto entre los sufrimientos de unos y otros sea tan devastador.
Emiliano Monge.
Literatura Random House,
Santiago, 2016.
343 páginas.