Dos pisos de la Galería AMS Marlborough albergan una particular variedad de imágenes escultóricas de una misma autora, Pilar Ovalle. Pero en todas ellas la pulcritud del pulido alcanza hasta la entraña misma del leño, otorgándole calidez estética. Para empezar, una abstracción de la figura humana recibe al visitante. Así, un vigoroso y esbelto trozo de coigüe sabe transmitirnos la condición carnal del indudablemente masculino personaje, contrapunto entre superficies lustrosas y naturalidad de las estrías. En el resto de las numerosas piezas expuestas, el acercamiento al hombre desaparece. Sobre todo ocurre con Pulso (2014-2016). De grandes dimensiones, ocupa por completo el recinto principal de la galería. Y no sólo se le recorre con la vista y el tacto, hasta su espacio físico nos aprisiona con un ensamblado de fragmentos de madera, de despuntes de taller, curvados y dispuestos en sentido horizontal. Constituye, pues, un espacio penetrable, donde el espectador establece comunicación entre interior -vacío ante todo vertical- y exterior: las parciales aberturas, las junturas de los pedazos de leño desbastado. Aunque para nada figurativa, podría asociarse esta obra ya a una especie de gran barril o cuba transfigurados en pos de resaltar el dinamismo formal del trabajo entero. Afuera y adentro, asimismo, los colores naturales y los provocados parcialmente contribuyen a su variedad visual.
También alrededor de espacios interiores se concreta el díptico Pasos (2016). Duplica dos especies de sarcófagos o ataúdes, cuyos alargados vacíos parecieran seguir el contorno del usuario y cuya mitad pintada de negro aparentaría ser signo de tiempo transcurrido. Entretanto, acaso como indefinible organismo viviente acosa al espectador Ideas en emergencia y su concurrencia de rectas ordenadas y curvas tomadas de la naturaleza. Condición de enigmático robot mueble ostenta la cajonería del muy diferente Encajes de memoria. Al subir al piso alto de la galería, Rearmada se muestra como un amplio y múltiple relicario cruciforme, con gavetas que guardan mudos pliegos de cerámica. Ahí, de los trabajos en formato menor, dos Figura/borde vuelven a insinuar cierta corporeidad humana. Sin embargo, brilla Ejercicio 10, verdadera deconstrucción escultórica que osa aplanar el volumen interno. ¿Insistirá la artista dentro de ruta tan interesante?
Resultados de un concurso
Dentro de un nivel general de calidad más bajo que el año anterior, el XI Premio Mavi/Minera Escondida no explica en su catálogo el criterio utilizado en la asignación de sus galardonados. Es que sólo así sabríamos por qué la obra más valiosa del concurso no obtuvo premio alguno. Nos referimos a No me viste, de Isidora Villarino. De ese modo, sobre la base de un dibujo excelente, esa serie de imágenes figurativas con inicial apariencia fotográfica, nos entrega en blanco y negro distintos puntos de mira de una fachada de casa como hay tantas entre nosotros. Con ello le comunica dimensión arquetípica. Al mismo tiempo que logra captar con maestría el ambiente nocturno, de esta rítmica secuencia emanan enigmáticas sugerencias. Un nombre nuevo, pues, para no olvidarlo.
Otros participantes de interés resultan Antonieta Clunes, José Marty y José Pedreros. La primera de ellos aporta tres vitrinas con objetos -planos geográficos, libro y una especie de muñeca de ritual fúnebre aborigen- junto a atractivas fotografías exóticas, sin color e intervenidas, con mujeres envueltas por atuendos de fino ramaje. El segundo autor expone una instalación mural: muestrario de cestos indígenas tapados, no falto de cierta monumentalidad, además de recordar en alguna medida a J. Guilisasti. Respecto a Pedreros, su díptico xilográfico alude, carente de coloración, al nacimiento de una impetuosa ola marina. Sumemos a los antes nombrados, realizaciones que saben defender su presencia aquí. Tenemos entonces, de Agustín Contreras, un armonioso estante de madera, cuyas compartimentos numerosos guardan, plácidos, documentos no de papel, sino en cerámica muy clara. De Abraham Beltrán hay un poderoso y amplio relieve geométrico, a partir del ensamblado de pedazos de madera de longitudes diferentes.
Entre los galardonados habría que detenerse en el primer premio, Cristóbal Cea y su video. Ofrece éste el ininterrumpido vuelo de un avión de combate con todo el sector del piloto cubierto por un gran capuchón de plástico negro; la monotonía de la imagen termina por provocar una sensación de quietud en el observador. Cabría añadir dos de las Menciones honrosas: el tríptico de planos para una arquitectura forestal, de Tomás Quezada, y la extraña apropiación rococó conseguida por la construcción de Macarena Alvarado.
Pulso
Las esculturas más recientes de Pilar Ovalle
Lugar: Galería AMS Marlborough
Fecha: hasta fines de enero
XI Premio MAVI
Minera escondida
Disparejo concurso con algunos premios discutibles
Lugar: Museo de Artes Visuales
Fecha: Hasta el 19 de febrero