Me dicen muchos que no se puede leer el diario, ni salir a comer, ni escuchar radio y meterse a los twitters sin encontrar una mayoría de voces amargas que solo quieren reclamar.
Un gran desahogo nacional. Masivo.
Es cierto que desahogar las penas, los cansancios y las preocupaciones es muy terapéutico. Es como desprenderse de pedazos sucios o feos que se nos pegaron en la piel en el día. Es cierto también que los seres humanos necesitamos esos lugares seguros donde espetar las rabias y frustraciones sin mayor racionalidad. Y sin repercusiones ni castigos.
El problema es que como convivir es influirse, si todos al mismo tiempo y todos los días alegan sin parar, ya estamos hablando de un vicio. Una costumbre inapropiada en que no discrimino cuándo sí y cuándo no. Como los bebedores excesivos que siempre quieren tomarse el traguito y siempre encuentran una disculpa para hacerlo.
Este vicio actual envenena, como la polución. Nos vamos metiendo en un clima en que quien no alega o critica o tiene la última copucha del último desacierto, es un latero.
Esto no es frívolo. Es grave.
La Iglesia habla de "contar tus bendiciones", la salud mental habla de buscar lugares seguros donde refugiarse en lo bello para recuperar energía y esperanza.
Como hemos dicho en tantos artículos anteriores, la vida de las naciones, de las personas es dura. Lo increíble es que también está llena de descubrimientos esperanzadores.
Hay pobres en Chile, pero menos pobres que antes.
Hay problemas de cobertura de salud, pero cada día más se hacen operaciones difíciles y caras en hospitales del Estado.
Hay cada vez más jóvenes estudiando por mérito y no porque sus padres les pueden pagar.
Hay más ciencia, más tecnología, más ahorro de energía a pesar de la sequía.
Y hay mucha, mucha gente amable disponible a extender una mano.
Podríamos mezclar un poco nuestros diálogos entre aquello que nos preocupa, escuchar soluciones posibles, contribuir a hacer cambios. Alegar menos.
Porque el blanco y el negro combinan bien. Lo que cansa es el gris permanente y rabioso.
"Alegar, este vicio actual, envenena. Nos vamos metiendo en un clima en que quien no alega o critica es un latero".