El nuevo repertorio de cuentos de Carlos Iturra (1956) confirma la posición del autor como uno de los cuentistas chilenos más interesantes de la actualidad. Hasta la fecha ha publicado solamente una novela: Por arte de magia . El resto de su narrativa, con alguna otra excepción, está constituida por cuentos y microrrelatos. Iturra declara en una entrevista aparecida hace poco en estas mismas páginas que considera al cuento como un género nuclear de la ficción y que a él se dedica, si no con exclusividad, con el entusiasmo creativo y la conciencia de la responsabilidad profesional que le caben como cultivador de este género. Los buenos resultados, por supuesto, se hacen notar.
Como indica su título, los cuentos que ahora leemos tienen que ver con la fugacidad de lo presente, encerrado en ese inevitable paso del tiempo que tanto angustiaba a Antonio Machado y que en los cuentos de Carlos Iturra significa también deterioro, pérdida, fracasos, olvido y, sobre todo, soledad. Pero no menos importante es la representación de otras realidades que salen a la superficie de la existencia histórica desafiando esquemas convencionales o revelando la contingencia de sus valores codificados. Estos dos núcleos semánticos dan origen a un conjunto de motivos, centrales en unos cuentos o subordinados en otros, que en su conjunto forman la atmósfera crepuscular y gris que rodea a los personajes decrépitos, solitarios y amargados que deambulan por numerosas páginas de La duración promedio del presente . Dos relatos entregan, a mi modo de ver, la poética narrativa que de manera más o menos estricta se manifiesta en los distintos cuentos. En "Pesadillas convergentes", un homicidio que sucede en medio de la oscuridad nocturna cierra una relación sentimental fracasada y produce un segundo nivel de realidad. donde el castigo de un inocente revela asimismo la tenebrosa personalidad del asesino. La primera frase de "Un presente perdido", entrega el concepto del tiempo que sostiene a cada narración: "El presente no se encuentra completo más que en el futuro". Una joven inquilina le saca el cuerpo y mira en menos a la anciana solitaria que le arrienda una pieza hasta que un hecho fortuito saca a luz la realidad oculta, haciéndole comprender que su destino podría ser idéntico al de su arrendataria ("Irse muy lejos"). Un anciano jubilado desprecia a sus vecinos inmigrantes y descarga en ellos su rabia y frustración por el trato que a su turno recibe de los burócratas que deciden su vida ("Agrio crepuscular"). Un arribista se avergüenza de sus orígenes familiares proletarios pero recibirá con el paso del tiempo el castigo de manos de su propia hija ("El peso de la herencia"). Doña Memé, una dama donosiana que vive en un caserón asimismo donosiano da alojamiento a un desconocido que se presenta como un cesante profesor de historia, pero la verdadera realidad aparecerá de manera intempestiva para cambiar la vida de la anciana para siempre ("En un caserón azulino"). Al igual que en publicaciones anteriores, un motivo importante del volumen es el homosexualismo, que como realidad silenciada tiene a veces consecuencias desastrosas para el individuo. Puede ser solo un rasgo de la personalidad de un personaje, funcionar como motivo subordinado en algunos relatos o como el motivo central de otros. Pero sea cual fuere el mundo humano que ofrece cada cuento, la mayoría de ellos nos llega a través de las palabras de un narrador que observa de manera distanciada y reflexiva, a veces con compasión e incluso con toques de humor. Un narrador que trata de ubicarse en espacios intermedios porque piensa, implícita o explícitamente, que las verdades no son definitivas sino contingentes ("Un poeta fascista" o "La Confederación se desplomó de repente").
Al igual que cada libro de Carlos Iturra, el que comento ofrece al lector temáticas nuevas y otras reiteradas, pero conservando la calidad del estilo y el cuidadoso manejo de las estructuras del relato breve que caracterizan al autor.