Rey Rosa vuelve, en esta novela, al escenario tangerino, con escenas también en Turquía y Grecia. Una novela mediterránea, en definitiva, que gira en torno a problemas muy contemporáneos del área: las diferencias culturales, las migraciones, la extrañeza ante el otro, la fragilidad del orden político, la exportación de talentos. Como otras novelas del autor, hay una deriva creciente hacia la extrañeza y una ruptura del orden convencional. En el inicio, accedemos a diversos materiales: las grabaciones en casete del padre de Abdelkrim, un joven marroquí excepcionalmente inteligente que es reclutado por la NASA; las cartas que Abdelkrim envía a su familia desde Estados Unidos; a un narrador en tercera persona que cuenta la vida de Xeno, otro joven pero esta vez griego, también llevado a un programa especial de la NASA. Además, el protagonista -un escritor mexicano que vivió 30 años en Tánger, a quien conocemos por su apodo de Robirosa- recibe una tarjeta de memoria con archivos de Abdelkrim.
Y con esa tarjeta comienza a articularse una trama más misteriosa y velada, donde hay fuerzas que mueven a Rubirosa hacia situaciones y lugares crecientemente amenazantes. En este punto pueden abrirse las opiniones: algunos considerarán que se trata de una novela (vagamente) policial; otros, que es de ciencia ficción. Sin embargo, lo interesante no radica en su pertenencia a un género, sino en el modo en que, desde la ficción, Rey Rosa mira hacia el mundo contemporáneo y la manera extraordinaria en que concibe una posible -y muy radical- solución a los problemas. O, al menos, a la forma de enfrentarlos. Abdelkrim y Xeno, más otros amigos, aplican su genialidad matemática y tecnológica para desarrollar un plan que suena tan inverosímil que se vuelve creíble. La novela, muy al estilo de Rey Rosa, deja muchas más zonas de sombra que de luz, y Rubirosa flota en medio de operaciones cuyo alcance está muy lejos de conocer. El narrador cita una columna del mismo Rubirosa que habla de unos niños en una playa siria que toman una decisión que pone en juego tanto sus vidas como la solidaridad entre ellos. Allí puede esconderse también el sentido de la novela: "Los cinco niños se convierten en guardianes secretos y privilegiados de algo que es exclusivamente nuestro -es decir, lo humano- y que, como el sentido de lo absoluto, a veces se contagia mediante palabras". Mucho de eso hay asimismo en Abdelkrim y Xeno, en su propósito de enderezar el rumbo de la historia.
Rodrigo Rey Rosa.
Alfaguara, Buenos Aires, 2016
208 páginas..