De hemiplejia moral califica Álvaro Vargas Llosa a las contradicciones sobre las migraciones.
Sindicalistas, defensores de los derechos humanos y de los trabajadores defienden las cuotas del Código del Trabajo que limitan contratar extranjeros, su exclusión de la administración pública y la legislación laboral que desalienta el empleo formal, indispensable para regularizar su permanencia.
Liberales en lo económico se oponen a la competencia de inmigrantes.
Autoridades del emprendimiento, la innovación, ciencia y la cultura, incapaces de atraer extranjeros que solucionen esos vacíos, dificultan su ingreso con impuestos sobre sus ahorros en el exterior y mantienen trámites absurdos de la Universidad de Chile, para ejercer y homologar títulos profesionales, aunque provengan de las mejores universidades del mundo.
La promesa de un programa de refugiados sirios permanece incumplida por la mala experiencia de anteriores que abandonaron a los beneficiados.
Las contradicciones se extienden a todo el espectro político, como ocurre con el proteccionismo, la globalización, el sectarismo y el estatismo, que no son monopolio ni de la derecha ni de la izquierda.
No ayuda a este debate sembrar terror sobre las migraciones y mitos acerca de la asistencia a los marginados, algo muy menor en comparación con lo que aportan los extranjeros al progreso nacional.
No facilita creer que se exagera la importancia de las migraciones, por constituir, en el momento, un porcentaje bajo de la población. Hay que mirar el pasado y el futuro.
En lo que tienen razón los escépticos es en la incapacidad del Gobierno para organizar, hacer cumplir la ley, agilizar los trámites sin exponer a los migrantes a una peligrosa discrecionalidad que alienta la corrupción, controlar la frontera para prevenir el ingreso ilegal y adoptar las políticas correctas: ya se ha visto en educación, transporte público, seguridad ciudadana, salud, tributación, y este tema podría no ser la excepción.
Las migraciones son buenas y debidamente legisladas pueden ser mejores. Aprovechar su potencial y solucionar sus complejidades es un desafío para Chile.
Hay quienes afirman que el desarrollo de Estados Unidos y Canadá, y el retraso de Sudamérica, se deben en gran parte a que el hemisferio norte, desde la Colonia, permitía la propiedad y el ingreso de extranjeros, sin distinción del país de origen. La América española solo permitía el ingreso y la propiedad a quienes provenían del Reino de España. En todo caso, son abundantes los estudios e investigaciones sociales, económicas y morales a favor de las migraciones.
Las migraciones pueden presentar problemas para la armonía y seguridad ciudadanas. Hay migrantes que las desacreditan participando en la trata de personas, narcotráfico, crímenes gravísimos y en los ingresos ilegales. Son la excepción. Contra ellos hay que aplicar la ley: el Estado y el Gobierno están obligados y cuentan con los medios para hacerlo. Lo demás es inaceptable discriminación, xenofobia, incapacidad, desconfianza en la humanidad y contrario al progreso nacional.