Obras como "Escenas de la vida conyugal", "Baraka" o "Una relación pornográfica" nos acostumbraron a que el más reciente 'hit' de la cartelera teatral porteña (siempre que no tenga más de 4 intérpretes) haga una breve gira a Santiago. Está bien, si es un buen negocio y el público queda satisfecho. Claro que sería deseable que los productores no solo traigan éxitos seguros, sino que de vez en cuando se arriesgaran a respaldar otros títulos con más sustancia artística. Para que no todo sea 'pan comido', y se sume un aporte a nuestra cultura teatral. Si quieren darse el trabajo y se tiene buen ojo, allá hay mucho donde elegir.
Ahora nos visita "Nuestras mujeres", el último taquillazo en el epicentro de la escena comercial porteña, la avenida Corrientes. Estrenada en París en 2013, es la típica obrita 'de boulevard', o sea, un divertimento ligero con el que el prolífico comediógrafo Eric Assous, a los 57, le dio el palo al gato. Y Buenos Aires la convirtió en un salvavidas perfecto para capear la crisis de público que en 2016 mermó en un 30% en las salas.
No ofrece más que la cita semanal de tres amigos burgueses cincuentones que hace tres décadas se reúnen para jugar a las cartas y charlar. Solo que ahora uno de ellos llega en shock , pues acaba de estrangular a su esposa. Debería llamarse "Nuestros hombres", pues parece concentrarse en retratar ese 'club de Toby"; en tanto, cuando el asesino les pide a los otros dos que lo ayuden a ocultar su crimen, intenta fijar los límites de la amistad.
El eje de su muy simple estructura es la interacción de sus personajes, y en esto el trío de comediantes derrocha oficio sacándole brillo a la esgrima verbal. Guillermo Francella, el más gracioso, se luce como el dueño de casa; en ese rol que le viene como anillo al dedo, pasa revista a los recursos que lo hicieron el campeón de la escena cómica. Lo cual no evita que el relato tenga un bajón pasada la mitad, y que sea una de esas obras menores que dejan cero huella: se esfuma en el recuerdo con el último aplauso. Otro puntal de la producción es su impresionante escenografía representando un lujoso living, aunque es poco probable que esta llegue completa a Chile (vimos la obra en Buenos Aires).
Se debe admitir que la entrega está tan bien aceitada que es muy superior a su sosa versión cinematográfica -con guión de Assous y dirigida por su mismo director teatral, también uno de sus intérpretes- que se dio aquí sin pena ni gloria en junio pasado. Agreguemos que el filme -no la obra teatral- levantó una ola de protestas en Francia acusando a su trama de convertir el feminicidio en resorte de comicidad. No es para tanto, pero sí es cierto que buena parte del humor que se oye en escena es de corte misógino. Al respecto, cuesta explicarse por qué las señoras de la platea ríen alegres cuando los tipos peor hablan de ellas. Fenómeno sobre el que algún psicólogo social debería tener algo que decir.