"El ámbito de mi experiencia", contó el detective René Vergara, seguramente el policía más destacado en la historia de Chile, se extiende "entre el rojo de la sangre y el luto de la tinta". La cursilería de la expresión no le quita lo cierto: Vergara se crió en barrios marginales de Santiago, "entre guarenes y chunchules podridos", y llegó a ser uno de los mejores detectives del mundo, según dicen, con formación en Scotland Yard y en el FBI. Aspiraba a dirigir la Policía de Investigaciones en el gobierno de Allende, pero no lo escogieron. Dejó algunos libros publicados e incontables cuentos en diversas revistas. Vergara es uno de los principales protagonistas de este libro, que une la pesquisa en torno a la narrativa policial en Chile con capítulos o párrafos dedicados a los clásicos del género en el mundo -Conan Doyle, Hammet, Chandler, entre otros- y referencias teóricas, como a las del historiador Carlo Ginzburg en torno al "paradigma indiciario", articulado sobre la base del método del historiador del arte Giovanni Morelli para establecer la autenticidad de las obras de arte, del método deductivo de Sherlock Holmes y de los rastros del inconsciente que investiga el psicoanálisis propuesto por Freud.
El historiador Manuel Vicuña prolonga, con este libro, una manera de entender la escritura de la historia muy poco habitual en Chile, un país de historiadores que tienden a la solemnidad, y de divulgadores que creen descubrir el hilo negro. Vicuña escribe bien, suele hacer este tipo de cortes transversales en la trama histórica -como en
Voces de ultratumba, historia del espiritismo en Chile-, y no satura sus libros con bibliografía y aparato crítico. Y más importante todavía, se plantea preguntas iluminadoras, como, por ejemplo, por qué fracasaron los primeros relatos detectivescos chilenos, cuando el género era uno de los más populares en el mundo y en el país, más allá de que se trate de libros que aturden "con el mazazo del aburrimiento"; y va planteando a la vez, casi de soslayo, porque no son el foco del libro, observaciones muy relevantes sobre la sociabilidad chilena -su veta violenta, por ejemplo, y sanguinaria, incluso, por décadas- y el clasismo crónico de la justicia, partiendo por un juez "tan severo con la ojota como tímido con el sombrero de copa". En el análisis de la obra de Vergara, sobre todo, Vicuña saca a la luz ya no la historia del género policial, sino la densa trama que la delincuencia teje en el lado oscuro de la sociedad chilena.
Manuel Vicuña.
Hueders,
Santiago, 2016.
136 páginas