Gran expectación había el lunes, en el GAM, dada la inclusión en el segundo concierto del XXVI Festival de Música Contemporánea de la UC, del emblemático "Piano Concerto", de György Ligeti. Con Luis Alberto Latorre como solista, y el Ensamble Contemporáneo UC, dirigido por Aliocha Solovera, se escucharía la versión completa, con sus cinco movimientos, de una partitura sorprendente, un pilar en la producción del compositor húngaro y un referente para la música de la segunda mitad del siglo XX. Así ocurrió, y la calidad del concierto lo dejó establecido como un hito, tanto por la oportunidad de oír la obra como para admirar el excelente nivel de los intérpretes.
Antes del "Concerto" se escucharon cuatro obras fruto de variadas y disímiles posturas, lo que ocasionó que su audición fuera particularmente atractiva.
El guitarrista Luis Orlandini, con su reconocida calidad, ofreció una sobria y estructurada versión de "Concordancias", de Aliocha Solovera (1963), obra muy representativa de un lenguaje que, aunque contemporáneo, revela una contención equilibrada y "clásica". Integrantes del Ensamble dieron vida a "Nudo", del joven autor Camilo Roca (1995), "New forms of asymmetry", de Pedro Álvarez, y "Voy y vuelvo", de Felipe Pinto D'Aguiar (1982). Allí donde Roca explora la línea, un concertato de un violín omnipresente acotado puntualmente por el resto de los instrumentistas, Álvarez y Pinto D'Aguiar, se alejan de la narrativa para privilegiar el momentum cargado de información e indagaciones tímbricas.
Ligeti aprovechó muchas de sus búsquedas plasmadas en otras composiciones para piano, como sus "Estudios" o el minimalismo del Continuum para clavecín, para vaciarlas en su "Concerto", como una especie de Summa de recursos. Pero todo esto llevado a un paroxismo en cuanto a las dificultades de desciframiento de la partitura y posterior ejecución. Los polirritmos, las polimetrías, las "poliarmonías", las exploraciones de frecuencias graves y agudas y dinámicas extremas, aprovechando las posibilidades que se agregan con las cuerdas, maderas, bronces y percusión, se conjugan genialmente para producir la unicidad de la composición.
El pianista Luis Alberto Latorre ya nos tiene acostumbrados: descuella en todo lo que propone, sea un Concierto de Beethoven o una obra contemporánea. Su participación fue un "triunfo de la voluntad" y fue felizmente secundado por el excelente Ensamble y la certera dirección de Solovera. Solo un detalle: si bien el sonido del piano recorrió triunfante toda la sala, la ubicación del instrumento resultó visualmente desmedrada. Un concierto en vivo siempre tiene algo de espectáculo y el héroe de la jornada debió haber ocupado un centralísimo foreground