No es menor el logro del nuevo programa de entrevistas de Chilevisión. Con Marcelo "Chino" Ríos como protagonista, se convirtió en el sexto programa más visto del pasado jueves en la televisión abierta y le peleó cada punto a "Medcezir", la teleserie turca de Mega, que se impuso en ese horario con 16,4 puntos de
rating. "El cubo" promedió 14,4 y tuvo la segunda mejor audiencia del horario estelar.
Las causas de este buen debut no deben sorprender. El ex número 1 del tenis se mostró sin filtros ni pudores. Y si alguna vez fue un adolescente parco e inmutable, ahora es un adulto que quiere mostrarse como alguien que "ya la hizo" y que no tiene problemas en revelar aspectos íntimos de su vida. Así lo ha dejado ver en su cuenta de Twitter, y ahora era cuestión de ir a buscarlo y ponerle la cámara. Esa fue la virtud de "El cubo": darle un espacio propicio para que siguiera en esta veta.
Inspirado en el programa español "La Caja Deluxe", "El cubo" pone a los entrevistados solos y enfrentados únicamente a las imágenes de su vida, a fotos y a videos de sus personas más cercanas. Esto es parte del atractivo y del fisgoneo a la privacidad del famoso: fue un buen comienzo partir con las preguntas de su hija mayor, desde Costa Rica, que sorprende por su belleza y desplante. A esto se suma el rol de la entrevistadora, de quien solo se escucha su voz en
off: Diana Massis, periodista de radio ADN, fue una inquisitiva interrogadora y no dejó pasar ni una pelota dando bote. También dio muestras de un notable autocontrol, pues sorteó con dignidad las provocaciones de Ríos. Él la llevó al incómodo terreno del tamaño de sus genitales, a partir de una anécdota de su biógrafo, Nelson Flores, y también la desafió porque ella intentó defender al mismo Flores de la forma despectiva en que Marcelo se refería a él. En ciertos momentos, el ex tenista sigue mostrándose como el niño mimado que le tiene tirria a la prensa.
El "Chino" dejó entrever muchos detalles sabrosos de su vida personal y Diana lo hizo detenerse en ellos: que lloró por primera vez frente a una mujer cuando conoció a Paula Pavic, su actual pareja; que su matrimonio con Quenita Larraín fue "la estupidez más grande" que hizo en su vida; que sus hijas menores son unas "chuckys", que él no sabe cómo manejar. Y aquí se vio una faceta poco conocida: el "Chino papá", tierno, cariñoso, preocupado por ver tan solo a su hijo Marcelito entre sus cuatro hermanas, de fuertes personalidades, y también el "Chino" muy enamorado de su esposa, quien le confiesa estar con él por haber sabido ver al "niño desprotegido" que escondían su actitud huraña y su rechazo a la gente.
No hay evidencia de que el formato del programa haya contribuido a develar estas facetas de Ríos. Quizás del modo clásico, con la misma entrevistadora al lado, habría funcionado igual. Probablemente, el mayor aporte de "El cubo" haya sido elegir un personaje que fue o es un ídolo, y que tiene una historia a cuestas: la del niño que se saltó etapas a causa del deporte, que se encontró antes de los 30 años jubilado, millonario y preguntándose: "¿Y ahora qué?". Entonces viene su reinvención: un tercer matrimonio, criar a cinco hijos; entre ellos, trillizos; intentar aterrizar en una vida "normal". Todo esto lo mostró "El cubo" en su primer capítulo. Su desafío es seguir encontrando personajes que carguen con historias potentes y poder construir estos relatos a través del formato del programa.