Como decíamos, la vida es dura y nos toca inevitablemente enfrentar situaciones adversas, algunas inesperadas, otras más constantes. Se han estudiado mucho las condiciones necesarias para enfrentar la adversidad. Por un lado, porque nadie se escapa de ella y, por otro, porque quienes la encaran sin recursos pueden quebrarse o demorar en resolver el problema, con el resultado de cansancio acumulado o nuestro peor enemigo: la depresión.
Veremos entonces otras condiciones que podemos desarrollar en "tiempos de paz" para la adversidad.
La perseverancia: no darse por vencido. Tal vez lo más potente del ser humano es la capacidad de ensayar caminos nuevos cuando el camino elegido fracasa o no da los resultados esperados. Atreverse a innovar, no tener miedo a que en el camino haya fracasos porque no hay manuales para las crisis o los problemas. Los humanos somos únicos y nuestras estrategias tienen que venir de nosotros mismos para que sean eficientes.
La perseverancia tiene una condición previa: asumir que habrá problemas. Las personas que huyen o niegan la adversidad terminan por no resolver. Por tanto, el primer gran trabajo es un esfuerzo de humildad realista en la concepción del mundo. No es perfecto. Y los seres humanos no son predecibles.
Por eso agregamos a la perseverancia el realismo maduro de vivir con un concepto de mundo que incluya las crisis.
La diligencia: también sirve mucho. Ahorrar tiempo y resolver pronto. Quienes esperan que la vida resuelva por ellos no son ni serán nunca resilientes. Soy yo quien enfrenta y decide y planifica. Me equivoco, vuelvo a intentar.
Por último y como siempre, la autoestima juega un rol. No de la manera tradicional. Es autoestima escuchar al otro, a los otros y pensar que todo lo que el otro diga vale. Que no es lo mismo que decir que tiene razón. No, es una información muy importante a la hora de enfrentar adversidades. Y eso es autoestima. No tener miedo de escuchar al otro y tomar en cuenta seriamente sus posiciones. Puede haberse equivocado, o tal vez me equivoque yo.
La autoestima no es real si yo siento que no puedo equivocarme.
Por último y aunque parezca un lugar común, no temer equivocarse es siempre una oportunidad de aprender, de crecer.
"El primer gran trabajo es un esfuerzo de humildad realista en la concepción del mundo. No es perfecto".