En el mismo edificio patrimonial coinciden, durante estos días, dos exposiciones con autores italianos. La del gran pintor barroco se muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes, la del fotógrafo contemporáneo, en el contiguo MAC. Pese a la distancia temporal y del abismo estilístico que las separa, ambas se hallan empapadas por la más honda sensibilidad itálica y su peculiar sentido de la belleza. La obra correspondiente al primer caso resulta ser nada menos que una conocida pintura del genial Caravaggio, venida desde los Museos Capitolinos de Roma. Se trata de San Juan Bautista (1602), del cual el propio pintor hizo una copia idéntica. El barroquismo maravilloso, capaz de dinamizar al extremo el cuerpo del protagonista, y la originalidad del claroscuro más genuino serían su atractivo principal. Si bien se deja ver el recuerdo de Miguel Ángel, su condición pictórica supera ampliamente la esencia volumétrica de aquel desnudo en el techo de la Capilla Sixtina. Otro hecho que caracteriza este óleo es el admirable sentido de la medida con que el autor atempera la sensualidad corporal del muchacho, mediante la palidez de sus carnes, la coloración apagada de los paños y la rala piel ovejuna que le sirve de asiento. Bastante mayor efecto sensual proporcionan, acaso, el simbólico cordero, el mórbido lienzo blanco y la planta ubicada abajo, a la derecha. En cuanto a la expresiva cabeza del vulgar personaje, con su cabello enmarañado y probablemente sucio, manifiesta muy bien la voluntad naturalista, tan representativa del innovador artista.
El Museo de Arte Contemporáneo, por su parte, nos propone al milanés Carlo Gavazzeni Ricordi (1965), quien ofrece trabajos en gran formato. Su base fotográfica se halla profundamente intervenida con reiteración de negativos, superposición de imágenes, iluminación peculiar e inyección de tinta. El resultado provoca tanto ambigüedad de formas, como incertidumbre argumental muy atractiva; tienen algo de evocaciones del recuerdo, pasadas por el tamiz del subconsciente. Se entremezclan, así, gráfica, pintura, fotografía, exhalando ese sentido clásico de la belleza tan inherente del sentir italiano. Del conjunto destacan, sobre todo, cinco integrantes de Puertas de Roma, correspondientes a la serie Teatros de invención (2007-2008). Su notable unidad cromática -ocres anaranjados que provocan una atmósfera casi dorada- y de lugar se uniforman con la perfección estilística y con la gracia del deterioro natural. La concurrencia de un envoltorio de plástico en dos de estas visiones nos inquieta con una sensación de pesadilla inminente.
Aunque de la misma serie anterior, el N° XIX se aparta de ella por su coloración, por la contemporaneidad del grafiti incluido y, en especial, por su tránsito hacia la abstracción. También en azules, otros miembros de Teatros de invención poseen un marcado claroscuro e ilustran ahora el exterior de columnatas berninianas, que dialogan con grafitis de texto, reemplazantes de los cielos. La iluminación, además, las dramatiza con intensidad. Los Foro, de la asimismo bien lograda serie Roma olvidada, en ocres dominantes y de 2007, nos conducen a la majestad del milenario paisaje capitalino y su contrapunto de ruinas paganas sobrevivientes y lozano cristianismo renacentista. A 2010 pertenece Retrato de Paolo V, que recurre a la misma factura técnica y a azules asociados con ocre y naranja. Se trata de una interesante sucesión espacio tiempo, conseguido a través de una gradación luminosa en sentido vertical. Por último, Sin título (2014) hace de las texturas del muro su protagonista, en un trabajo ya inserto en la abstracción.
El mismo Museo de Arte Contemporáneo entrega un rescate de la obra para Sudamérica de Le Corbusier (1887-1965), el importante arquitecto suizo. Sus colaboradores internacionales -el chileno Duhart, el colombiano Salmona, los brasileños Niemeyer y Costa, el mexicano González León- expandieron su influencia por nuestro continente. En Santiago está su huella en la Villa Portales. Se muestran del también pintor y escultor europeo planos y proyectos residenciales en forma de espontáneos croquis, dibujos a lápiz, tinta, carboncillo, con y sin color. En relación con Chile, encontramos los planos para la casa de Matías Errázuriz y para el taller de Roberto Dávila. Mediante materiales sencillos se exhiben, al mismo tiempo, maquetas, como la de hormigón armado para la Casa Errázuriz o el simple cholguán dedicado a la Embajada de Francia en Brasilia (1962), de concepción tan actual.
Caravaggio en Chile, luz del barroco
Un inesperado testimonio del padre del realismo del siglo XVII.
Lugar: Museo Nacional de Bellas Artes, Sala Chile.
Fecha: hasta el 18 de diciembre.
Advertencia: Por paro de funcionarios públicos, puede que hoy el Museo de Bellas Artes esté cerrado.
Memoria de la retina
Fundamentada en la fotografía, evocaciones del italiano Carlo Gavazzeni alrededor de la belleza clásica.
Lugar: Museo de Arte Contemporáneo.
Fecha: hasta el 22 de enero de 2017.