La vida es siempre una mezcla de momentos adversos y de momentos de paz, creación, alegría, logros. El mundo ha estudiado por años qué factores nos protegen a la hora de enfrentar momentos o épocas difíciles.
Por ejemplo, una identidad sólida es un recurso muy importante. Esto quiere decir que yo sé quién soy. Que a través del tiempo y con cierta estabilidad yo reconozco mis modos de reacción, lo que me hiere y lo que me hace fuerte.
La autonomía es otro rasgo importante. Depender de otros en forma regular nos mantiene siempre en el temor de que si nos quedamos solos no vamos a poder enfrentar los problemas. Por lo tanto, cualquier situación adversa se vive como peligro. Y la vida, como decíamos, nos enfrenta con frecuencia a situaciones donde estamos solos para tomar decisiones que nos ayuden a pasar por un momento o una crisis.
La capacidad de vivir plenamente y de ponerle nombre a las satisfacciones, de gozar los logros, esfuerzos por autovalorarnos cuando nos enfrentamos a un problema y lo resolvemos. Hay gente que no sabe decirse: "Qué bien estuve, qué impresionante como resolví esta situación, qué maravilla como crezco porque lo que antes parecía imposible hoy lo resolví y, por ende, estoy mejor preparado para lo que venga". Versus la expectativa del perfeccionista o del quejumbroso que no consiguen evaluar sus logros e incorporarlos a su personalidad.
Los vínculos son fundamentales.
Confiar en otros, pedir ayuda a quienes nos aprecian y/o nos quieren, creer en la lealtad de algunos, saber con quién cuento y para qué. Esto es muy importante. Hay gente para quien pedir ayuda es un acto de debilidad o una creación de compromisos que nos dejan en deuda con quien nos apoyó. Es, en el fondo, creer en la humanidad de otros, que está muy pasado de moda porque hoy parece que hay que cuidarse de todos.
Por último, tener metas. Grandes, pero sobre todo chicas. Saber que los caminos largos o difíciles se resuelven con pequeños pasos. El apuro genera angustia, equivocaciones y hace enfrentar lo adverso con malas estrategias.
Lo anterior parece sencillo, pero siempre hemos dicho que el cambio y la resiliencia requieren ponerles nombres a las cosas. Eso es lo que hacemos en esta columna: ponerle nombre a lo que más importa a la hora de enfrentarnos a la adversidad.